COLUMNA

El Alacrán

¡QUE A TODAS MADRES VACACIONES, PENDEJO EL QUE SE QUEDO EN SU CASA!
Que gasté un madral de billuyo sí, pero ni lo sentí, todo el tiempo, desde que llegué a ese paradisiaco puerto de ¡LA MUERTE! ni lo sentí por que llegué hasta la madre de borras, los temblores, me pelaban los dientes, y cuando la sacudida era fuerte me abrazaba de una palmera,
 la comenzaba a besar, sacaba mi camarón y la meaba, todos estaban espantados, y ni cuenta se daban, pasaba el pánico, y regresaba a la orilla del mar azul que comenzaba a ponerse color café, como en tiempo de lluvias en el puerto en donde las corrientes de agua de los riachuelos, bajan como su chingada madre, arrastrando animales muertos, gallinas, perros, iguanas, desperdicio de pescados, caballos de pura sangre (Kotex) y una enorme cantidad de Basura, por que los Costeños les gusta dormir un puta madral y eso de despertarlos capas que se encabronan, y hasta el machete pueden sacar ¡viva la paz! Que la sigan jeteando. Se que es primavera y no hay lluvias, o será que por la visita de los turistas el mar se pone café por que la caca de los chilangos no es azul, por lo regular las s s s s s fecales son de color café, es por eso que ni madres de meterme al mar mi estado era de Toma Hauk, imagínese la ginebrita acompañada con chesco de toronja y mucho pingüino(hielo) me confortaba el calor, me preguntara por que no acompañarla con agua de coco, huy que miedo, y digo que miedo por que cuando tiraba el agua veía muchas palmeritas saliendo, por la tubería del camarón, o que negocio era el momento de llamar al regimiento que lleve ha pasear le preguntaba al mas grande, que hay en la arena, Papá, miados, no te hagas pendejo, no te hagas pendejo ¡son palmeras! Anda recógelas, si no va a venir unos cabrones y se las van a robar. Hora pendejo levántalas Papá, ya te dije que son miados, éste le gritó a toda la tropa, y como indios de películas de vaqueros se me echaron encima y entre empujones y picadas de culo me llevaron hasta la silla. Me costó trabajo sentarme alguien se le había pasado el dedo. Pa mi sorpresa estos hijos de sacerdote, por no decir del Diablo me tiraron una «nalguita» que quedaba de la botella, mi reacción fue rápida, y saqué un billete, y les dije, los que quieran comer tortas de sardina, pásense de este lado, los que quieran comer mariscos, ostiones, camarones, vuelve a la vida pásense del otro lado, y como Maremoto, todos se fueron de ese lado, les dije como no es tiempo de la hora de pipirín, vayan por otra botellita, nomás no la tiren, nos das para unos chicharrones. Uy aquí en la playa hay muchos chicharrones, miren los de esa vieja gorda, están tan grandes sus chicharrones que hasta dos moscas grandes trae pegadas en la puntita, de esas no papa de las que se comen, bueno estas no se comen pero se chupan, nomás no mastiquen la mosca.
Los Quiere Cecilio.

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