COLUMNA
Apolinar Castrejón Marino
La política mexicana en general, los partidos y sus candidatos se encuentran en crisis, o como dijera el tristemente célebre y aborrecible cacique de Huitzuco, Rubén Figueroa «La caballada está flaca».
Los cuatro jinetes del apocalipsis se encuentran recorriendo las plazas en donde sus cómplices les han asegurado que pueden concentrar gran cantidad de «acarreados» mansitos, que solo se dedicarán a aplaudirles y echarles porras. Además de la escenografía de indios y nacos, les aseguran músicas «de viento», bandas «norteñas» y «tribaleras».
Se elegirán Senadores miembros de la Cámara Alta del Congreso de la Unión, a razón de 3 por cada uno de los Estados de la República, suman un total de 128 parásitos que tendremos que mantener para que se dediquen en cuerpo y alma a hacer «grilla» contra el Presidente de la República, de los gobernadores, de los Presidentes Municipales, de los «diputetes» locales y de «todo lo que se mueva».
En su glorioso papel de francotiradores desde el Senado, cuando se trata de atraer la atención de los electores, de la prensa y de la televisión, no saben respetar ni a los de su mismo partido, a quienes les recetan una buena dosis de «fuego amigo».
El próximo 1° de julio de 2012, se elegirá a quien sustituirá al Presidente «chismoso» Felipe Calderón, y también se elegirán 300 Diputados de manera directa por cada distrito, y otros 200 que serán seleccionados a través de un sistema de listas que tiene cada partido para repartirse en cada una de las circunscripciones en que divide el país. Resultan 500 vividores más que se darán la gran vida gracias a los impuestos que pagamos los mexicanos que si trabajamos.
Esta es la razón de que haya grandes «manadas» de candidatos, aspirantes y «reclamantes» de un hueso en la estructura del gobierno; con sus respectivos «acarreados». Lo cual sería muy bueno para el país y sus habitantes, si se propusieran para tales puestos a hombres y mujeres bien preparados, eficientes en su desempeño y conscientes de su rol de «servidores» públicos.
Nada más alejado de una elección libre, secreta y directa, son los arreglos cupulares practicados por todos los partidos, de los cuales resultan seleccionados los familiares, amigos, compadres y cómplices más cercanos a los dirigentes en turno. Esto, sin importar que la gente, y sus propios compañeros de partido los señalen como rateros, corruptos e ineptos.
A este panorama de «robo en despoblado» se suman las costosísimas campañas publicitarias dirigidas contra la población desde el Instituto Federal Electoral (IFE) en las que se trata de coaccionar a la población de que ejerza su derecho a «elegir» a sus gobernantes.
Pero la gente goza aún de algunas facultades mentales y la suficiente lucidez para darse cuenta del engaño, y como es natural, se niega a VALIDAR CON SU VOTO la permanencia de lacrosos, infectos y farsantes. Porque nadie podrá negar que para conseguir una candidatura, todos los políticos de todos los partidos, tuvieron que hacer todas las trampas habidas y por haber.
Inexorablemente tomarán la silla presidencial y las curules esa bola de pillos (y pillas), pero dar la aprobación para que nos exploten, nos mientan e insulten, es el colmo de la indolencia y sandez.
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