COLUMNA
¿Por qué Dios mío?
Apolinar Castrejón Marino
Una «estrellita» de la televisión que era entrevistada, en días pasados, creyó adormarse diciendo «…nosotros los artistas tenemos una vida muy agitada». En 1987, era una jovencita cuando participó en programas familiares junto al cantante César Costa, haciendo las delicias de los televidentes con su figura esbelta, su carita ingenua y su cabellera rizada.
Usted sabe que en realidad no se necesitan grandes dotes histriónicas para entretener a las trabajadoras domésticas, a las personas de la 3a edad, a los enfermos, y a cuanta gente se queda en casa y no tiene otra cosa mejor que «ver la tele».
El programa de César Costa, sin ser la gran producción, trataba algunos temas de interés colectivo como la drogadicción, la inseguridad y las expectativas laborales de los jóvenes.
César Antero Roel Schreurs (César Costa), había sido un exitoso cantante en la época del rock mexicano, cantando las canciones del astro canadiense Paul Anka, en versiones al español.
Era de profesión abogado, y su incursión en la actuación se debía a que las productoras de cine y de televisión querían explotar comercialmente la fama que había acumulado.
Los libretos que le ofrecieron y los papeles artísticos que le asignaron, nunca tuvieron la intención de ganar un Oscar.
Solo era comedia ligera. «Juguemos a Cantar», «Canta, Canta» y «Vaselina» fueron de los muchos concursos de talentos que engañaron a los papás de bastantes niños haciéndoles creer que su hijos eran unos angelitos de grandes capacidades, casi unos genios.
«Chabelo» también colaboró con su parte para engatuzar a los cándidos papis y mamis a impulsar las «carreras artíticas» de sus atarantados cachorros.
Así surgió la «artista» que mencionamos en las primeras líneas de este comentario. Su «biografía autorizada» refiere que tiene una personalidad y un estilo bien definido, y también menciona que ha tenido grandes logros, como la venta de más de 2 millones de copias de discos vendidas, en casi 20 años de trayectoria. Pero en la vida real, la cosa no es así de sencilla.
El talento no es como una planta que se da en macetas, ni los artistas son seres que se den por «generación espontánea», y el ambiente tan corrompido del «medio artístico», no es le ambiente más a propósito para el cultivo del arte.
Una docena de «artistas juveniles» surgido entonces, se ha mantenido el los escenarios gracias a sus ardides publicitarios y finacieros y no a su «arte».
Así, nuestra «estrellita» está en la franca promoción de su retorno a los escenarios, esto a pesar de que el pasado 26 de enero de 2012, estuvo internada por enésima vez, en una clínica contra las adicciones.
Su retorno será por la puerta grande, en el Auditorio Nacional, donde presentará su más reciente producción en la cual destacan dos «creaciones» suyas.
Sin embargo de estos excelente comentarios, habemos muuuchos mexicanos que no compraremos sus discos, ni asistiremos a sus presentaciones, ni aunque nos regalara los boletos, o sus discos ¿La razón?, pues por que es horroroso escucharla, con ese estilo presúntamente «español» de voz muy engolada, como si se hubiera tragado un palo de escoba.
Tan feo despropósito nació el día en que interpretó a la cantante española Rocío Durcal. Además ¡Que flojera! Escuchar las letras de siempre: besos, «amor» y caricias, con las tonadas de siempre. Así, tendremos que aguantar hasta el cansancio, la profusa difusión en televisión, radio e Internet las canciones «Amar no es suficiente» y «Ese beso».
Y quien sabe qué nos resultará mas fastidioso, si los miles de anuncios diarios del Instituto Federal Electoral (IFE), o las canciones de esta «artistita de plástico».
¿Qué pecado habremos cometido los mexicanos para merecer el castigo de los homenajes a «Chespirito», la horrorosa musica de bandas, y una cantante que en la vida real ha ido de fracaso en fracaso sentimental, y en el escenario vive una apasionada historia de amor?
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