COLUMNA
La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre
Jesús Pintor Alegre
Con la emoción embriagadora de haber tenido ayer el premio Tvynovelas en Acapulco, y millones de pesos del erario público que volaron con la vacuidad televisora para atraer al turismo extranjero, y dejarnos, eso sí, el turismo político que habremos de comentar hoy, así, en esa laxitud que nos permiten las entendederas.
Nuestro pueblo macilento, allá en la Montaña, en la sierra, y en las colonias populares, que se encuentran con un miedo atroz, que sigan comiéndose sus uñas, mientras nuestros insignes personajes de la Res Pública, se mantengan revolcándose en el cuarto de los trebejos, para decirnos que tienen la solución de todos nuestros problemas.
Unos problemas que ya son pocos si consideramos el hambre y la violencia galopantes de nuestro pueblo, y si no lo creen, hay que preguntarle al gobierno.
Aparte, en una realidad espasmódico, con un pueblo, el nuestro, que ha entendido que tener hijos se ha vuelto un negocio, ya que el presidente con empleo, Felipe Calderón Hinojosa, para calmar los reclamos por su guerra, ha seguido alimentando el programa Oportunidades, pero lo ha hecho de manera equivocada.
Un programa que para la gente en ocasiones, se ha convertido en el único ingreso, y sigue produciendo la prole, que detesta la familia del intelectual Enrique Peña Nieto. Unos hijos que se miden así: entre más se tengan, más dinero de Oportunidades se recibe, en una dinámica oprobiosa y mentecata. P
ero más allá de eso, se deleita uno con las historias de amor con o sin Andrés Manuel López Obrador, de aquellos personajes que luego de ser despreciados por sus partidos políticos respectivos, en un acto vengativo y oportunista, se van a otro, al fin que vivir de la política es un verdadero arte bizarro.
Así vimos al propio Angel Heladio Aguirre Rivero, Socorro Sofío Ramírez Hernández; o más a lo corto, el caso del priista, Ernesto González Hernández, quien luego de que no le entregaron la candidatura de su partido para competir por la diputación federal, en un acto de berrinche pueril, se ofrece al PAN, quien lo recibe con los brazos abiertos, al carecer de cuadros importantes.
Al ex alcalde de Arcelia, de inmediato lo hacen candidato sin tocar barandas, de igual manera que el de la Montaña, Laudencio Villanueva de la Luz, hermano del diputado federal asesinado, Moisés, a quien hacen candidato a legislador federal, por el distrito 05… la actividad de ir de un partido político a otro, es muestra de la descomposición política que se vive.
Ya no importan los ideales, ya no existen principios partidistas, y ni siquiera moralidad, vaya, ¿qué diferencia hay entre PRI y PRD?, y también, ¿en qué se diferencian el PAN con el partido amarillo o incluso con el tricolor?, ¿alguien podría hablar de diferencias entre uno y otro partido?
Los políticos son tan parecidos, que si bien son del PRI por 30 años, de un borrón y de la noche a la mañana, los podremos ver con otro vestido, hablando casi otro idioma idiosincrático, defendiendo a sus enemigos de antaño, y convertido de guadalupano a budista, en una conversión inacabable, por los siglos de los siglos.
¿A alguien se le hace imposible que el PRD tenga burgueses disfrazados?, claro, fácil y sencillo, perfumaditos que antes detestaban, han copado al partido antes considerado del pueblo, perredistas que hablan de marcas de carros, de ropa, zapatos finos, y hasta de armas.
Y por el otro lado, priistas dinosaurofílicos, que hablan de modernidad y de una nueva forma de hacer política, pero que en su democracia siguen sin caber los de la prole, que en su diccionario son piojosos detestables que no deben de mirar siquiera el copete divino, o las enaguas de la Paredes.
Y bueno, ¿qué decir del PAN?, instituto parricida de origen, huérfano de esencia, y materfobia de trauma natural, con guerritas contra sus propios fantasmas, sin argumentos sólidos para seguir gobernando, pero que allí están, con la proclama de que han descubierto por fin, los agujeros para las regaderas.
Ahora bien, ¿en dónde sigue estando el pueblo?, quizá tratando de engullirse el concepto de ejercer su derecho ciudadano, para que a fin de cuentas, lo sigan fregando, con piedra pómez.
Por ello, no debe costar ningún trabajo en buscar la analogía cruda entre los premios Tvynovelas, que nos dio el gobierno para lograr que el turismo internacional regrese a Guerrero el Día del Juicio por la tarde, con el turismo político de nuestros ínclitos personajes de nuestra propia realidad adimensional.
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