COLUMNA
Política y Lealtad
Efraín Flores Maldonado
«En cualquier guerra, el deber de los generales es morir defendiendo a su rey».
Alejandro Magno
La política estudiada como un proceso de búsqueda, ejercicio y conservación del poder tiene rasgos milenarios todavía vigentes siendo uno de los más relevantes, el rasgo de la lealtad. Sin lealtad, el poder de los reyes, emperadores, príncipes, dictadores y otros gobernantes, se desarrolla en el riesgo permanente. A Filipo de macedonia lo traiciono su esposa; a Julio Cesar, sus senadores más cercanos y su propio hijo, Bruto; a Francisco I. Madero lo apresó Victoriano huerta, su jefe del ejercito; a Idi Amin Dada, una de sus 40 esposas y al chileno salvador Allende, lo traiciono su ministro de guerra, Augusto Pinochet;
Todos ellos perdieron el poder porque fueron traicionados por sus colaboradores más cercanos y a unos cuentos gobernantes por la traición también perdieron la vida. Alejandro Magno castigaba severamente a los traidores, matándolos con sus propias manos, «por muy amigos» que fueran del soberano; así murió Calistedes, sobrino de Aristóteles e historiador oficial del macedonio. El Rey Persa Darío, perseguido por Alejandro Magno, fue capturado y apuñalado por sus propios generales y moribundo, fue entregado a su perseguidor. Jubilosos, los generales traidores le pidieron al rey macedonio que les perdonara la vida y Alejandro Magno se negó, señalándoles que «su deber era morir defendiendo a su rey», ordenando su fusilamiento. En el fondo, el mensaje profundo es que los gobernantes no solo necesitan colaboradores competentes, sino también esencialmente leales. Mi amigo Israel Nogueda Otero, cuando estuvo en peligro de ser derrocado como gobernador, solicito a uno de sus más cercanos Diputados Locales que se reuniera con sus compañeros de legislatura y firmaran un desplegado en apoyo al ejecutivo estatal; el legislador hablo con ellos, pero para solicitarles que desconocieran al gobernador en funciones y nombraron al diputado traidor como nuevo gobernante. Ello es indicativo que en los momentos de crisis política y de crisis de gobernabilidad, la lealtad debe ser activa y observable entre los colaboradores relevantes de un Gobernador. Ese es el tipo que lealtad que necesita en estos momentos Ángel Aguirre Rivero para superar el creciente conflicto de Ayotzinapa; digo lo anterior porque los servidores públicos involucrados en el evento, en lugar de dar la cara y hacerse responsables de sus ineficiencias y errores, estan parapetados atrás del gobernador ,mandándolo directamente a la guerra que ellos propiciaron, usándolo como punta de lanza para que personalmente enfrente el problema y ponga en riesgo su permanencia en el ejecutivo local. Si fueran leales ,deberían asumir toda la culpa del conflicto y como decía Alejandro magno «morir defendiendo a su rey, para salvarle la vida». La razón política y la razón de estado indican claramente que no puede un subordinado privilegiar sus intereses y poner en riesgo la legitimidad política del titular del poder ejecutivo estatal. La renuncia de los operadores políticos es necesaria y urgente para propiciar que guerrero retorne a la normalidad política. Es todo.
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