COLUMNA

Reflexiones de ayer, de
hoy y… sobre las campañas

Miguel Ángel Mercado Durán*/V/V

Nos encanta hacer campañas. Es divertido. Las elecciones te permiten conocer más de cerca las decisiones que toma una sociedad sobre su futuro y el camino por el que opta enfrentarlo. Las campañas, finalmente, son el medio por el que los electores eligen la opción que más se acerca a su ideal de futuro.
En cada campaña, la adrenalina se levanta todos los días por un nuevo reto que hay que conquistar. La corriente de emociones se agolpan en cada uno de los integrantes de los equipos. Las campañas están llenas de acontecimientos que hacen que ningún día sea parecido a otro y que a cada instante se acumulen nuevas situaciones. El seguimiento diario de la elección, los buenos puntos que se han conseguido, la llegada de las encuestas con los últimos sondeos de intención de votos, la presentación de nuevos anuncios publicitarios o materiales gráficos, lo que están haciendo las otras campañas, la preparación de los debates. En fin, un inmenso caudal de acontecimientos que se suceden de forma vertiginosa en el transcurso de la elección.
Pero también las campañas resultan una fuente de conocimiento. Al realizar una campaña uno inevitablemente se involucra con las personas, muchas de ellas talentosas y con capacidades en áreas específicas. Se entra en contacto con creativos y directores de arte, políticos profesionales, diseñadores gráficos y publicistas, investigadores de opinión pública, consultores, voluntarios, simpatizantes, detractores, líderes de opinión, ciudadanos comunes, y muchas personas más, que bien podrían resumir una muestra representativa de una sociedad.
Viajar al lugar de la elección también es abrir el telón de nuevos aprendizajes. Siempre se aprende de la demarcación en la que se llevará a cabo la elección, desde el índice mínimo del sitio: población, datos socioeconómicos, preferencias políticas, religiosas y culturales; pasando por la comida local, los lugares de interés; la forma de hacer periodismo: las personalidades relevantes del ámbito local, como pintores, escritores, músicos, artistas, actrices; hasta el tipo de programación de televisión y radio que tiene mayor penetración en la población.
Se puede ganar o perder en un domingo cualquiera, pero lo que se vive en una campaña, en sí es una ganancia. Si sólo midiéramos los resultados de la contienda en función al triunfo, podríamos estar de acuerdo en que no ganar sólo es equivalente a perder. Pero, si medimos las campañas como un aprendizaje, no sólo para los consultores, sino para toda la organización, e incluso para el mismo electorado, los resultados entonces siempre serán positivos. Al final de cuentas, en democracia se trata de que en el juego quien gane no se lleve todo el botín, y quien pierda no lo pierda todo. De lo que se trata es de volver a jugar.
En el caso específico de los consultores, también nos enfrentamos con nuevos retos y aprendizajes. Las hipótesis no se comprueban siempre en positivo, sino que también se crea conocimiento al visualizar caminos que se han transitado y cuyo recorrido no lleva al lugar planeado. Los consultores aprendemos de nuestros errores y de los aciertos de los contrincantes. Incluso, las organizaciones políticas y los propios candidatos también aprenden de lo que se vivió y de la forma en la que se llevaron a cabo las cosas.
¿Y qué nos queda para la siguiente contienda? Incorporar el conocimiento y las vivencias adquiridas. No repetir los errores cometidos. Pero, principalmente, salir a luchar por conseguir el objetivo que la organización se haya propuesto.
*Académico, Investigador y Politólogo Guerrerense.

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