COLUMNA

La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre


Tiempos preelectorales, tiempos de trampas. Previo a una elección, los actores políticos nos han acostumbrado a la ejecución de actos que puedan ocasionar merma en sus contrincantes, y crecimiento a su establo personal; ya desde hace un rato se ha empezado a ver todo tipo de actos mañosos, trabadas de pie, exposición de las ridiculeces del contrario, o la exhibición de la pobreza intelectual y política del de enfrente.
No es de extrañar ver encuestas patito, que enarbolan crecimientos imaginarios y simpatías inexistentes, contratación de grupos de choque, ataques a vehículos y hasta a las mismas personas, no es de extrañar las dádivas al por mayor y la entrega de apoyos federales o estatales, con la fina de idea de aparecer en primer plano.
Nada es más extraño y por lo mismo, sorprendente, ver a aspirantes otrora elitistas, cargar a niños meados, besar la frente de abuelitos, o tomarse la foto con los menos afortunados, vestirse con ropas autóctonas, o comer en el suelo, junto con una familia de escasos recursos.
Las camisas arremangadas y los zapatos cenizos, el vestido de manta y los collares multicolores, serán piezas de moda, que se encarecerán aún más, cual si se trataran de joyas exquisitas. Ya los diseñadores de ropa, inclusive, se han aventado al ruedo para vestir de pueblo a los aspirantes, y los que cuidan sus imágenes, prestos a buscar el mejor adminículo y la peor apariencia.
Un Manuel Añorve Baños enfrascado en una plática de ciencia política con Álvaro Leyva Reyes, o un Héctor Antonio Astudillo Flores recibiendo experiencia de un imberbe Jorge Salgado Parra; Mario Moreno Arcos aprendiendo cómo no hacer política con la imagen de un Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, que cambia de color como de ideales y gustos.
Un PAN atiborrado aparte, con sus desgracias internas, dos secretarios de gobernación muertos, más de 50 mil muertos en sus registros oficiales por esta ola violenta, ya casi 40 mil millones de dólares anuales inyectados por el narco en sus veintitantos negocios, una imagen alicaída de un presidente, que ha arrastrado el estigma de haber sido calificado como ilegítimo desde 2006.
Y en Guerrero, las ansias por apoderarse de a ratos, de la figura de izquierda de un gobernador, Ángel Aguirre, que no acaba de despintar sus tres colores, pues muchos aseguran que piensa en los Pinos, con su hermano político, Enrique Peña Nieto, y con toda la fuerza del grupo Atlacomulco.
Un PRD que había robado los reflectores a un PRI que ansía volver al poder «aiga sido como aiga sido», y que está allí, creyendo a ratos en su unidad, su crecimiento, y su apoderamiento del pueblo, gente amarilla al que le quiere regresar el PRD a la ciudadanía, pero sólo en su aroma.
Sicodélicas formas elípticas y desvanecidas en su alter ego perdido en la pena ajena y del «yo no fui». Pero a todo eso… ¿en dónde está el pueblo?, ¿es cierto que se ha vuelto apático?, ¿es verdad que está sin estar?... muchos apuestan al contrario, como los del Frente de Masas Populares de Guerrero, o incluso la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación, que dicen que el pueblo despertará en 2012.
Y lo hará de una forma feroz, que dará paso a una hecatombe sin precedentes. Otros más catastróficos, como si ese anuncio no lo fuera, hablan del fin del mundo en este 2012 donde tendremos unas elecciones concurrentes, hechas para todos y por todos, en el enredijo y la confusión de nuestra propia torre de Babel.
¿En realidad el pueblo está cansado y reventará en 2012?, no se sabe a ciencia cierta, unos hablan de estallido social, inhibido en otros años por el fenómeno de la inseguridad pública; otros hablan de desorden social imparable… lo que es verdad, es que por lo pronto, la sociedad se ve desdibujada, sigue sin estar y sin hacer verdadera presencia.
Entre estas confusiones, teóricos de la risa, han sostenido que el pueblo tiene el gobierno que merece, cuando en realidad, hasta ahora, con todo lo que se diga, no ha sido el pueblo quien verdaderamente haya elegido a sus gobernantes, al menos no de manera vertical: allí las caídas de sistema, la compra de votos, el sufragio del miedo, las abstenciones ignominiosas y el embarazo de urnas, los trucos imparables.
Por ello, la pregunta de rebote ¿en dónde está el pueblo?, ¿habrá forma de despertarlo de su letargo?, ¿en realidad se podrá con o sin república amorosa?, ¿en realidad se podrá con o sin copetes y sin gaviotas?, ¿acaso el pueblo se podrá rescatar sin necesidad de guerras intestinas?, bueno, como diría el paisa: a ver a qué horas.

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