COLUMNA
El Grillito sin Censuras
Alfonso Cerdenares Domínguez
**Triste espectáculo protagonizado por Los Tlacololeros…
**Los danzantes se embrutecen para «aguantar» la dura jornada…
TRISTE FUE EL ESPECTÁCULO QUE PROTAGONIZARON LOS INTEGRANTES DE LA DANZA DE LOS TLACOLOLEROS, tanto de Tequicorral como los de San Francisco entre quienes, al parecer, tienen pleito casado, pues no se pueden ver ni en pintura; por tanto, el encargado de los tequicorraleros tuvo que «desafanarlos» de la cuelga del barrio de San Francisco de Asís, durante el encuentro de los cinco barrios; todo comenzó prácticamente a la llegada de los Tlacololeros de Tequicorral armándose la charamusca, la gente corrió en distintas direcciones y el sonido de los chirrionazos llenó el ambiente, aparte de las palabras altisonantes que se prodigaron entre ambos bandos; afortunadamente, la cordura privó entre los encargados de las dos danzas, pero no pudieron evitar que llegara la tecolotiza que, a la de a fuerzas, impuso el orden, tras lo cual, los de Tequicorral se desaparecieron del panorama; realmente resulta lamentable que ocurran situaciones de este tipo, pues las fiestas –como en este caso, las organizadas en honor a San Francisco de Asís –deben de ser de total convivencia y no para enfrentamientos inhumanos; desafortunadamente, el alcohol corre a raudales,
LOS DANZANTES SE EMBRUTECEN PARA «AGUANTAR» LA DURA JORNADA y sus cerebros se pierden entre los nefastos humos de la bebida, perjudicando, no solamente a ellos mismos, sino a las familias que asisten al «encuentro», los mismos que impulsó el cura Agustín Modesto Díaz Pacheco, también conocido como el padre Agustín M. Díaz, en los tiempos en que no se quería la gente que habitaba los diferentes barrios que fundaron a la capital del estado, Chilpancingo; se dice que el cura Agustín dio inicio con las cuelgas a los santos patronos de los barrios allá por 1945, o sea, se han cumplido 66 años desde que se iniciaron, gracias a la intervención de ese santo varón que se preocupó por la rivalidad existente entre la gente de los cuatro barrios; en ese entonces, se comenta, hubo hasta gente asesinada, nadie podía trasponer las «fronteras» establecidas bajo el riesgo de ser vapuleado y hasta de perder la vida; afortunadamente, esos tiempos ya pasaron, pero lo único que nos queda es ser más tolerantes con nuestros semejantes, con nuestros vecinos, asistiendo a las fiestas con gran responsabilidad, pues recordemos que a éstas también asisten niños y ancianos; consideramos que algo deben de hacer, tanto las autoridades civiles, las eclesiásticas, como le misma gente o la mayordomía de los barrios, pues no es posible que vayamos a tratar de divertirnos, ver las danzas que nos heredaron nuestros antepasados y nos expongamos a recibir tremendo chirrionazo de uno de tantos Tlacololeros que, debido a la enorme cantidad de mezcal ingerido, haya perdido los estribos y provocado una riña digna de un salvaje; esperemos que esto no ocurra en fiestas posteriores y… ¿quién es el que anda ahí? Comentarios y sugerencias al E-Mail: alfcerdenaresd@hotmail.com
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