COLUMNA
Entre el cielo y el infierno
Apolinar Castrejón Marino
«¡Vete al infierno!» y «Aquello era un infierno», son expresiones que aún usamos, aunque su significado ha ido borrándose con el paso del tiempo. Lo mismo pasa con las palabras cielo, y purgatorio; términos que utilizó por muchos años la iglesia para significar premios y castigos para la humanidad.
La gente del pueblo dice que nadie puede saber cómo es el infierno, o el cielo, pues nadie ha ido y regresado para contar como son. Pero los curas dieron rienda suelta a su imaginación para aterrorizar a la feligresía, especialmente a los niños en aquello que llamaban «El Catecismo».
Mas la iglesia católica, apostólica y romana, con toda su perversidad y la crueldad con que esclavizó a Europa y luego a gran parte del continente americano, ni siquiera tuvo la inteligencia de inventar las alegorías e íconos con los cuales llenó la mente de la gente.
El infierno tiene la forma de un cono, parado con la punta hacia abajo, está compuesto por nueve círculos, en los cuales se somete a castigo y a las llamas a los condenados, según la gravedad de los pecados que hayan cometido en vida.
En el círculo llamado «judesco», hay un palacio en el cual se hallan los que traicionaban a sus bienhechores. Allí se encuentra Lucifer, que es un demonio de tres espantosas cabezas. Dentro de la boca de la cabeza principal se halla Judas «El Izcariote», el cual tiene como castigo, ser mordido por unas víboras que le ocasionan espantosos dolores que le hacen gritar de dolor.
Así describe los horrores del inframundo el poeta italiano Dante Alighieri, en su obra inmortal «La Divina Comedia». Dice que el Purgatorio fue hecho con la tierra que se desalojó al crear los abismos del infierno, cuando Lucifer fue expulsado del Paraíso tras rebelarse contra Dios, y se necesitaba de un lugar terrorífico para castigar su falta.
En el Purgatorio se encuentran los que murieron en estado de excomunión, los perezosos que tardaron mucho en arrepentirse de sus acciones, los que murieron de forma violenta, y los indolentes. Es una especie de ante-purgatorio, en donde esperan las almas para pagar sus pecados.
El Purgatorio está rodeado por tres jardines, uno de mármol blanco, otro de una piedra oscura y el último de pórfido rojo. Está custodiado por un ángel con una espada de fuego, sentado en un solio de diamante. Su tarea es abrir la puerta con dos llaves, una de plata y otra de oro, que le dio San Pedro.
El propósito de Dante al escribir su obra, fue ofrecer a la humanidad una guía moral que les advirtiera que las acciones negativas siempre tienen consecuencias funestas. Para cumplir tan elevado propósito tuvo que esmerarse por hacer un escrito muy bien hecho, un modelo de literatura. Y para hacerlo entendible, tuvo que utilizar muchas alegorías y ejemplos.
En su presentación inicial fue un poema, ordenado por el simbolismo del número 3, que evoca la Sagrada Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo. El poema contaba también con 3 personajes principales: Dante que personificaba a la humanidad, Beatriz que significaba la fe y Virgilio simbolizaba la razón.
En la primera parte Dante narró el descenso al infierno que imagina acompañado por Virgilio, el poeta latino que Dante más admiraba. Más tarde apareció una figura mística y sensual, Beatriz a quien Dante amaba entrañablemente. Ella fue la encargada de conducirlo al Paraíso, pues el poeta Virgilio, no es digno de ir a esas alturas.
Dante Alighieri nació el 29 de mayo de 1265 en Florencia, Italia, y murió el 14 de septiembre de 1321 en Rávena. Su obra maestra, La Divina Comedia, es una de las obras fundamentales para la transición del pensamiento medieval al renacentista. Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal.
Participó activamente en las luchas políticas de su tiempo como un activo defensor de la unidad italiana, por lo que fue desterrado de su ciudad natal. Escribió varios tratados en latín sobre literatura, política y filosofía.
En su obra De Monarchia (La Monarquía), rebeló sus ideas políticas, como la separación de la Iglesia y el Estado, y la necesidad de un Sacro Imperio Romano. Dante consideraba que la mitad de la vida de un hombre eran los 35 años, por lo que se asegura que nació bajo el signo de Géminis.
Para redondear la espectacularidad de «La Divina Comedia» el primer libro fue ilustrado por el gran Gustavo Doré, cuyos dibujos parecen haber sido hechos con un lápiz indeleble, con un solo trazo. Como si al poner el lápiz sobre el papel, no lo despegaba hasta concluir el dibujo.
Muchos otros artistas de todos los tiempos han creado ilustraciones de infierno, del cielo y el purgatorio, como Botticelli, Salvador Dalí, William Adolphe Bouguereau y Miquel Barceló. Dante Alighieri solo llamó a su obra «La Comedia», y la escribió en dialecto toscano, sin tantas pretensiones. Fue adoptada por la Iglesia italiana, y para darle más realce, la llamó «La Divina Comedia».
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