COLUMNA


Memorandum

Gerardo Ruano Cástulo


Si algo ha quedado claro, es que el diputado federal Mario Moreno Arcos, no es el gallo del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, para buscar una de las senadurías que estarán en juego el mes de julio del próximo año. Lo cual, hay que decirlo, lejos de mermar las aspiraciones del mejor alcalde que ha tenido Chilpancingo en toda su historia, lo podría fortalecer aún más, porque ese desmarque es sano, ante lo que representa el apellido Figueroa para miles de Guerrerenses.
Así es. Después de querer evadir su responsabilidad en la derrota que sufriera el PRI, culpando de ello totalmente a la ex dirigente nacional Beatriz Paredes Rangel, el ex gobernador no perdió la oportunidad para intentar mermar las aspiraciones de Mario Moreno, quien registra un crecimiento importante y que al parecer ya preocupa a los caciques.
Rubén Figueroa diría, en entrevista difundida en un medio de circulación estatal, que ve complicado que Mario Moreno Arcos sea ungido como candidato del PRI al senado de la república, porque está estigmatizado por la relación cercana que tiene con el actual gobernador Angel Heladio Aguirre Rivero. Algo que es innegable. La amistad entre ambos políticos es ampliamente conocida y no es fruto del reciente proceso electoral. Ésta data de muchos años atrás. Tan es así, que cuando los alcaldes, de Acapulco y Chilpancingo, se lanzaron con todo en contra del diputado federal, Angel Heladio Aguirre Rivero declararía que al margen de la militancia de ambos, la amistad con Mario Moreno está por encima de eso. Más claro ni el agua. Uno en el PRD y el otro en el PRI, pero eso es independiente a su amistad.
Pero ojo, el ex gobernador nunca dijo que el diputado federal careciera de presencia y posicionamiento. De ahí que su postura es entendible, porque evidentemente desearía seguir manejando al PRI en Guerrero, siendo tal vez su sueño, encumbrar a su hijito, Rubén Figueroa Smutny, al senado de la república, acompañado del brody, el ex gobernador René Juárez Cisneros, ambos con un alejamiento enorme del pueblo.
Además del supuesto estigma de la amistad con Angel Heladio Aguirre Rivero, a Rubén Figueroa Alcocer se le parece haber olvidado mencionar que no es la única marca que tiene Mario Moreno Arcos. Habría que agregar que está marcado como un político diferente. De los pocos que tiene una identificación enorme con la gente. Hace apenas unos cuantos días quedo demostrado en Petatlán y Atoyac, en donde los priístas se arremolinaron para saludar al diputado federal, al que evidentemente, ven como el más fuerte aspirante al senado de la república.
Es cierto, Mario Moreno Arcos tiene una marca. Pero esa marca es la del pueblo. Pero no el sello de un cacique. Por eso las declaraciones de Rubén Figueroa Alcocer le benefician. Pocos se tragan ese cuento de que solamente Beatriz Paredes Rangel impuso a Manuel Añorve Baños. Detrás debió estar la mano de quien se siente dueño del partido tricolor en Guerrero. Quien al parecer intenta deslindarse de la derrota, para que desde la dirigencia nacional de su partido, lo vean como la voz autorizada y con calidad moral para poner y quitar candidatos.
Porque debe saber, que si se hace una verdadera auscultación, no entre los que llevaron al matadero a Manuel Añorve Baños, sino entre la ciudadanía, sus gallitos poco tendrían que hacer. Sobre todo, cuando el estigma que el apellido Figueroa Alcocer Alcocer carga sobre su espalda, es la matanza de aguas blancas. Además de una historia de autoritarismo.
Mario Moreno podrá ser mal visto por los caciques, pero los Figueroa están mal vistos por el pueblo. Y ese estigma nunca se lo van poder quitar. Esa es la cuestión.
Mensajes y comentarios: geruanoc@hotmail.com
LOS ESTIGMAS DE MARIO Y FIGUEROA.

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