CULTURAL/SOCIAL
Vacaciones de verano
Apolinar Castrejón Marino
Con las vacaciones, reducen las inconformidades de la gente, una de ellas, el horario de verano. Todavía hay una manada de atarantados que dicen y reclaman que les están quitando una hora de sueño, que se altera peligrosamente su metabolismo y que no ven ningún ahorro de energía, por que pagan lo mismo de luz.
En este columna desde luego, no estamos a favor ni en contra de tan llevado y traído régimen horario, pero si estamos a favor de saber de qué se habla, y estamos en contra de la ignorancia. Por ello, diremos que no lo estableció ni Vicente Fox, ni Carlos Salinas, ni el diablo.
Diremos que el horario de verano fue propuesto por primera vez en 1752 por Benjamín Franklin, quien estudió concienzudamente los fenómenos de la electricidad, inventó el pararrayos, los lentes bifocales y el horno para muy altas temperaturas, entre otras hazañas.
En 1907, William Willett, hizo una propuesta para que los países industrializados y más ricos del mundo lo adoptasen para ahorrar carbón. Se consiguió su aceptación por varios países en 1916, durante la Primera Guerra Mundial.
Dicen las malas lenguas que las gallinas, los burros y los tecolotes hicieron una manifestación pública en contra de esta imposición, argumentando que tenían que cantar y rebuznar a la misma hora “que les ordenó diosito”, pero no encontramos evidencias al respecto.
Es meridianamente claro que la órbita de nuestro planeta alrededor del sol es bastante irregular, ocasionando que la dirección en que se recibe la luz y el tiempo de duración sea diferente. Y esto no obedece a ninguna disposición, decreto o política contra las cuales los inconformes puedan protestar.
Aunque las diferencias diarias sean pequeñas sumadas en semanas, y meses, provocan variaciones sustanciales de un mes a otro y de una estación a otra ¿A quién le reclamarían los “contreras” por tales diferencias?
Ahora que estamos de vacaciones muchos se levantan más tarde, y durante el día se la pasan holgazaneando. Según la cámara de comercio, el tiempo frente al televisor y consumo de “chelas” y botanas, aumenta considerablemente. ¿Le costara mucho trabajo a la gente cambiar su metabolismo de activos a flojos?
Las civilizaciones antiguas, ajustaban los horarios al sol con bastante flexibilidad, sin que la gente protestara. En Roma se utilizaban unos artefactos hechos con cubetas y tinas llenas de agua y comunicadas con mangueras delgadas, que se llamaban clepsidras, que servían para medir las horas transcurridas. Algo así como relojes de agua.
Después del amanecer la tercera hora se llamaba hora tertia, aproximadamente las 9:00 hrs según nuestros relojes. Pero en el de verano empezaba a las 07:00. En el siglo II a. C. Hiparco de Nicea inventó el sistema de 24 horas de igual duración, que resultaba más útil para realizar cálculos, estandarizar los horarios de viajes y de transacciones comerciales.
En 1784 Benjamin Franklin publicó de manera anónima en la sección "Économie" del diario Journal de Paris en Francia, una carta satírica en la que comentaba que los parisinos se levantaban más temprano, con lo cual empleaban más luz solar y ahorraban velas.
Ante tal circunstancia, proponía imponer un impuesto a las contraventanas, racionar las velas y despertar a los ciudadanos tañendo las campanas de las iglesias. Como medida extrema, sugería disparar los cañones al amanecer, de acuerdo con su proverbio: “Early to bed and early to rise / Makes a man healthy, wealthy, and wise”. O sea: "Temprano a la cama y temprano al despertarse / vuelve al hombre saludable, rico y sabio."). El director del diario estuvo muy de acuerdo con las observaciones de Franklinm y repitió el artículo con el nombre de “An Economical Project”.