PRIMERA PLANA
Hacer de los jóvenes magos del
balón para que gane México: NA
1ª de 2 partes
Héctor Contreras Organista, MONTE CASINO, Morelos.-Saliendo de Cuernavaca –la vieja Cuauhnáhuac- rumbo a la ciudad de México, recorriendo el serpenteado camino que forma parte de la vieja carretera Panamericana, y después de agotar algunos kilómetros, siempre en ascenso, a bordo del automóvil en el que nos transportamos y que condujo con maestría la señora Luz María Miranda Esquivel, observamos «un claro» en medio de la zona boscosa, a la vera de la carretera.
-»Ahí están, ahí están», dice la señora Luz María. Y Ónix, su hija, que viaja acompañada de su novio Álex, responde: «Sí, ahí están, llegaron antes que nosotros».
Gabriel y su esposa se ponen de pie y nos saludan con especial afecto, como si al reportero lo conocieran de toda la vida: ¡Bienvenido, Héctor! Gabriel Núñez Aguirre, ese gigante del balompié mexicano y su esposa, la señora Blanca (Blanquita) Mariscal Cacho nos ofrecen amablemente su saludo de mano y un abrazo. Obvia decir que su sencillez es enorme, como la de toda la gente importante que hay en este mundo. La verdaderamente importante.
-¿Ya comieron? ¿Gustan comer?, preguntan Gabriel y su esposa a los recién llegados.
«Ya comimos Gabriel, señora, muchas gracias, pero podemos tomarnos un café».
El lugar es un comedor, un restaurante tal vez, un café, una tienda de abarrote, un mini súper, un… todo, donde hay un poco de todo para el caminante. Es además un atardecer de sábado hermoso, tranquilo. El sitio es acogedor y, bueno: Es que estamos en el estado de Morelos, en Cuernavaca, la Ciudad de la Eterna Primavera, donde lo que sobra, en serio, es… Belleza.
Después de un intercambio de saludos y comentarios sobre el viaje, frente a Gabriel Núñez y su esposa, agradecemos a doña Luz María Miranda Esquivel su enorme iniciativa e interés para lograr la entrevista con él. Gracias a ella llegamos a Monte Casino, y lo mejor, conducidos por ella misma en su vehículo y con su familia. Todo obedece a que Gabriel Núñez Aguirre fue amigo y compartió hace años esfuerzos en una empresa de trailers con el Papá de la señora Luz, don Francisco Mauricio Miranda Velázquez, el famoso y muy querido «Pancho Pistolas», de quien en otra oportunidad hablaremos de su riquísima y aleccionadora historia de vida.
Gabriel, como anotamos líneas arriba, es un hombre sumamente sencillo, cordial, atento y respetuoso. Esta tarde va vestido con camisa y pantalón beige. Su voz es ronca, sus manos unas tenazas, literal, luce pelo castaño claro ensortijado y una amabilidad que no cesa. Forman la pareja ideal con su esposa quien durante la charla a ratos le recuerda nombres o fechas de tal o cual partido de futbol. No hay necesidad de decir que se aman, parece que hace un rato se conocieron. Será «porque Gabriel, de donde anduviera jugando, de cualquier país, todos los días me mandaba una carta y dos postales, y cuando tuvo dos días de descanso y vino a Zacatepec, aprovechamos el momento y nos casamos», confiesa con suma amabilidad y ternura su esposa que lo abraza.
Y ahí, a unos centímetros, estamos frente a la leyenda. Taxqueño ilustre, de talla mundial.
-He venido al estado de Morelos con el deseo de platicar con uno de los más grandes deportistas de México, República Mexicana, nacido en Taxco, estado de Guerrero, es nada menos que el gran futbolista Gabriel Núñez Aguirre, el famoso Gallo Núñez. Nuestro propósito es saber qué ha sido de Gabriel después de su gran éxito, de esa trayectoria en el futbol mexicano, y obviamente, internacional. Nos da gusto encontrarlo aquí, en Monte Casino, acompañado de su esposa, señora muy respetable, a quien agradecemos su amabilidad. Y, bueno, Gabriel, más que nada, gracias por recibirme para que dialoguemos en esta ocasión.
«Muchas gracias a ti, Héctor, somos paisanos y somos amigos y lo que gustes, incondicionalmente lo vamos a exponer ahorita».
-Gracias, Gabriel. Para que nuestro público de Radio Universidad Autónoma de Guerrero y para que nuestros lectores conozcan tu trayectoria, platícanos dónde y cuándo naciste. Si me proporcionas, por favor, los nombres de tus padres, de tu esposa, de tu familia, lo que gustes.
«Sí, mira: Yo nací en Taxco, Guerrero, el 6 de febrero de 1942. Y desde chamaquillo me gustó mucho el futbol. No porque yo viera los partidos de futbol, porque en esa época no había televisión. Por radio, yo era muy chavillo, no sabía de futbol. Empezamos a jugar futbol en la calle de Los pajaritos, en Taxco, que es la calle que va a dar al mercado, con todos los muchachos de la colonia empezamos a jugar, a cascarear todas las noches cuando salíamos de las escuelas».
-¿Qué estudiabas?
«Iba a entrar a primer año de la Primaria».
-¿Quiénes eran tus cuates, con los que jugabas? ¿recuerdas algunos nombres?
«Sí, cómo no. Alfredo, Luis, Tomás, Miguel, Rafael y otros que ya no me acuerdo bien, pero estábamos muy chamaquillos».
-¿Dónde vivías, exactamente?
«Ahí, en la calle de Los pajaritos donde nací y ahí vivíamos con mi Mamá y con mi Papá».
-¿Cuáles son los nombres de ellos?
«Mi Papá se llamaba Raymundo Núñez Hernández, y mi Mamá se llamaba María Claudio de Núñez».
-¿Tuviste hermanos?
«Sí, nada más que no los conocí, porque yo fui el último de toda la familia, y es que en Cutzamala cuando te picaba un alacrán te morías, o una víbora y te morías y una enfermedad, y como vivían en Cutzamala y no había doctores, ni nada, era la Cutzamala que estaba iniciando apenas, yo pienso, y no había medios para poderse atender».
-Estamos hablando de esa infancia en que tu familia se traslada de Taxco a Cutzamala de Pinzón?
«Bueno, primero, se vino mi familia de Cutzamala hacia Taxco. Mi Papá y mi Mamá. Y ahí fue donde yo nací como antepenúltimo, porque la última es mi hermana Carmela, que es profesora en Taxco, y ella vive en Taxco con sus hijos y su marido».
-Y la relación con Taxco y Cutzamala es porque tu familia tiene sus orígenes en Cutzamala pero tú naces en Taxco.
«Sí. Cuando yo nací, nos volvimos a regresar a Cutzamala, porque mi bisabuelo, en la época de la guerra de Franco y eso, se vino a vivir ahí, para que no lo fueran a extraditar otra vez a España y lo fueran a matar, y ahí se vino a vivir, y de ahí venimos los Núñez, y por parte de mi Mamá, los Aguirre».
-¿Después sigues estudiando la Secundaria?
«Bueno, nos regresamos otra vez a Taxco y empecé a estudiar la Primaria y luego la Secundaria, pero en la Secundaria yo tenía 15 años. Un señor, Amadeo Rocha, de Taxco, muy buena persona que ya falleció y que Dios lo tenga en su santa Gloria, me empezó a entrenar, porque me veía facultades para el futbol. Anteriormente nos veníamos a ver los partidos de futbol a Zacatepec, veníamos entre cinco o seis camaradas en un taxi o en una camioneta privada, a ver los partidos. Igual nos íbamos a Cuautla, a ver los partidos de futbol, igual nos íbamos a Toluca, yo estaba muy jovencito, tenía 15 años y ya jugaba futbol, ya había participado en el torneo de Guerrero, en donde se hacía el Campeonato del Estado, del cual salimos campeones dos veces. Le ganamos al Unión-Iguala la primera vez, en Iguala, y en otra ocasión nos ganaron ellos en Taxco, también el campeonato, y había un pique muy hermoso en esa época y que las porras se agarraban a botellazos y a pedradas, ya te imaginarás cómo somos en Guerrero. Y sí, seguí los pasos de este señor, y en una ocasión, de tantas que veníamos a Zacatepec a ver los partidos, estaba el señor Ignacio Tréllez en la puerta, en la entrada, y se saludó con Amadeo, porque Amadeo ya había traído al equipo anterior a nosotros los jóvenes, que había competido contra ellos y había salido campeón, también, porque en Taxco había muy buenos jugadores, no nada más vamos a hablar de El Gallo, ¿no? Había bastantes jugadores buenos, entre ellos el Cuacharra, Néstor Flores, y era muy buen jugador, él jugaba en el Zamora, y cuando venía con el Zamora a jugar a Zacatepec, íbamos a verlo jugar. Y ahí estaba en una ocasión Nacho Tréllez, en la entrada, se conocía con Amadeo y acabábamos de comer para ir a ver el preliminar, a las dos de la tarde, porque los partidos en Zacatepec empezaban a las cuatro de la tarde, y me presentó con don Nacho Tréllez y le dice: Oiga, ¿Por qué no ve jugar aquí al Gallito? Juega bien. Y me dice Ignacio Tréllez: ¿Quieres jugar, Gallito? Le digo: ¡Sí! Órale, pues, dice. Esa voz me agrada. Ahorita voy a armar un equipo de jovencitos porque no se presentaron los chavos de El Toluca, porque se les descompuso el camión ahí por Zempoala, y ya no se van a presentar. Y entré a jugar y más o menos lo convencí y me dice: Vente el próximo martes, quiero verte con más tranquilidad. Y ya fui el próximo martes, hicimos partido ese martes y ya me dice Nacho: Mira, Gallito, queremos que te quedes aquí porque te vemos muchas facultades como futbolista. Me dice, vente el próximo martes otra vez, platica con tus papás y ya te vas a quedar aquí. Te vamos a dar una recámara, en la Casa Club, te vamos a dar alimentación y te vamos a comprar una poquita de ropa aquí en Cuernavaca, y ya, me quedé en el Zacatepec».
-Esto, ¿en qué año fue?
«En 1959, más o menos».
-¿Cuál fue tu primer partido con el Zacatepec, ya profesionalmente hablando?
«A los tres meses de haber llegado y estar jugando con las reservas, Nacho Tréllez me dio la oportunidad de participar contra el América, me debutó en Primera División. Marqué a un jugador uruguayo que se llamaba Payeilo, y no lo dejé mover ni nada, me salió todo muy bien y ya me quedé como titular en el Zacatepec».
-¿Qué tiempo estuviste ahí?
«Estuve jugando en el Zacatepec alrededor de unos doce años, más o menos».
-En este trayecto de doce años, ¿en qué competencias participaste, independientemente a lo que era Primera División, hubo algunas salidas al extranjero?
«Sí, cómo no. Fuimos a jugar con la Selección grande en la Copa Kennedy, en Los Ángeles y San Francisco, de los cuales salimos campeones».
-En esa época, ¿quién entrenaba a la selección grande?
«Nacho Tréllez».
-Y posteriormente empieza a descollar el Gallo Núñez y empiezas a ser famoso, empiezas a participar en los partidos de compromiso mayor.
«Sí, claro. Ya me hicieron mi contrato y ya participé en todos los partidos en Primera División, desde luego».
-Empezó a sonar muy fuerte el nombre de Gabriel Núñez, en el terreno espectacular deportivo.
«Así es, claro que sí».
-Y a partir de entonces, ¿cuáles fueron las competencias que consideras de mayor importancia en tu carrera?
«Desde luego fueron con el Zacatepec, con el América, con el Toluca y con el Jalisco, pero más que nada, a nivel internacional y mundial fue con la Selección Mexicana en la cual participamos en la Copa Kennedy y salimos campeones, luego participamos en Concacaf, fuimos a jugar a Guatemala el Torneo de las eliminatorias, donde participaron Costa Rica, Salvador, Honduras, Estados Unidos, Canadá y todo Centro América y en la cual salimos campeones también ahí en Guatemala».
-Después de estar en el Zacatepec y en la Selección Nacional, ¿cuál es el siguiente paso?
«Después de estar en Zacatepec me compra el América y empecé a participar con el América cuatro años en el Estadio Azteca».
-¿Quiénes eran tus compañeros cuando estuviste en el América?
«Estaba Ataulfo Sánchez de portero; estaban Gilberto Vega, el campeón Hernández, Arlindo Dos Santos, Alfredo del Águila, Víctor Mendoza, Zague Papá, Babalvi, capeón del mundo, Mací Santos y todos ellos».
-En ese ambiente, ¿cómo se desplaza el Gallo Núñez?
«Muy bien, porque ya era un jugador de experiencia, hecho y todo, y me acoplaba muy bien con todos y ya habíamos participado varias veces en la Selección Mexicana, o sea, ya había madurez».
-Asististe, obviamente a campeonatos mundiales.
«Sí, claro. Primero hicimos varias giras. Participamos en un Pentagonal Chileno en Santiago de Chile del cual también salimos campeones. Le ganamos la final a Chile, y me acuerdo muy bien porque en los periódicos chilenos al otro día decían: Tienen razón los mexicanos, como México no hay dos. Nos bailaron 1-0. Antes del mundial de Inglaterra nos habían invitado a unas giras para foguearnos más contra Colombia, contra Chile, contra Uruguay, contra Argentina y contra Brasil y gracias a Dios les ganamos a todos».
-Viene lo de 1966 y en esa ocasión se da el crédito de Cinco Copas a Antonio, La Tota Carbajal.
«Sí, en el Campeonato del Mundo de Inglaterra, del 66 que fue el último partido de La Tota Carbajal, como portero, y lo despedimos todos abrazándolo y afortunadamente no le pudieron meter ningún gol porque no lo permitimos nosotros. Pero La Tota cumplía su quinto campeonato del mundo y empatamos con Uruguay a 0 goles».
-¿Participas después en el México 70?
«Bueno, mira. Ahí en el México 70, lógicamente yo era el titular, indiscutible, junto con el Halcón Peña, hablando con modestia. Pero nos llevaron a Acapulco a pasear, porque faltaba un mes para el Mundial del México 70, y nos llevaron a Acapulco a divertirnos. No había partido de por medio ni nada, simplemente era para desahogarnos un poquito del estar concentrados con la Selección, y nos llevaron a divertirnos, y lógicamente en Acapulco estaban todos mis paisanos y todo mundo me saludaba y me abrazaba y oye Gallito, tómate una con nosotros y ni modo de despreciarlos, y además fuimos en plan de paseo, porque todos de esa Selección tomamos, la verdad, ni modo que vaya uno al mar y no nade uno. Nos tomamos unas copillas ahí y no pasó nada el primer día. El segundo día otra vez volvimos a salir a la playa y llegaron otros paisanos ahí y nos invitaron una cervecitas, a Ernesto y a mí, y lógicamente, en ese momento uno es ídolo, y todo mundo te quiere invitar a comer o a tomar pero todo mundo te quiere invitar. De ahí regresamos al hotel a cambiarnos para ir a ver las variedades principalmente en El Zorro. Entramos con Ernesto y nos tomamos una cubita, y nomás de repente que se aparecen Los Fonomimics, unos artistas. En ese momento Ernesto andaba grabando discos de canciones, porque le gustaba mucho la cantada, yo le decía que hubiera nacido mejor en Guerrero y no en Guadalajara, hacíamos bromas. Los Fonomimics eran muy amigos de Ernesto, se habían encontrado en la televisión grabando y ya, hicieron cantar a Ernesto. Se nos hizo un poco tarde en llegar al hotel, fuimos de los últimos en llegar. No fuimos los últimos en llegar, fuimos de los últimos en llegar, pero total, pasó esa bronca, que llegamos un poquito tarde, con una poquita adentro, es la verdad también. Y al otro día que nos manda decir Raúl Cárdenas, que era el entrenador, que él se inició con nosotros en el Zacatepec, también, y todo, nada más que era mayor que nosotros y por eso lo hicieron entrenador, nos manda decir Raúl con el Cerro Zamaya, que era el masajista siempre de las Selección y de los equipos de futbol, nos manda decir que nos teníamos que regresar a México que porque le habían contado que nos habíamos portado mal. ¿Mal de qué? Nomás estuvimos ahí, que cantara Ernesto y que nos tomáramos unas copitas, pero no hicimos nada malo ni nada de qué arrepentirnos, y además andábamos de vacaciones. Total, nos regresamos. Yo me quedé en Zacatepec y Ernesto Cisneros se fue a México porque ya estaba con el Atlante. Y ya después vino el rollo ese de que nos iban a correr de la Selección y no sé qué, y que aquí y que allá y dije: Bueno, pues, allá ustedes, se la van a jugar solos sin nosotros, ojalá y les vaya bien, porque tomen en cuenta la capacidad de jugadores que hay ahorita, les va a costar para poderlos marcar. Y pasó así. Y antes de empezar el torneo me vino a ver el Presidente de la Federación Mexicana de Futbol, que en ese momento era el ingeniero Aguilar Álvarez. Me citó en una residencia aquí en Cuernavaca, y voy a verlo y nos ponemos a platicar y me dice: Mira Gallito, la verdad, la verdad tú te tienes que quedar en la Selección porque eres indispensable. Ernesto también, pero a Ernesto sabemos que le gusta más la copita y las desveladas que a ti, y pensamos que él fue quien te sonsacó. Y le dije, no, para nada, a mí no me sonsacó, somos amigos, estábamos en la misma habitación y los dos la regamos en el sentido de que no hicimos nada mal, nomás en llegar dos horas más tarde a la concentración, pero no fuimos los únicos ingeniero. ¿Y quiénes fueron los demás? Y le digo: eso sí no se lo voy a decir. Y me pregunta: Bueno, ¿entonces, contamos contigo? Le digo: Mire: O los dos, o ninguno. Si seguimos los dos, me quedo, si no, desde ahorita estoy afuera, no me importa. Y así fue, no quisieron aceptar a Ernesto y nos fuimos los dos para afuera».
-Bueno, es la lealtad en la amistad en un hombre, y sobre todo en un guerrerense como tú.
«Ya ves que en Guerrero no nos rajamos ni con hacha ni con el diablo. No somos muy valientes como dice la gente, pero sí tenemos los pantalones bien puesto: Soy costeño nacido en Guerrero y no me afrento de ser lo que soy, a mí nunca se me arruga el cuero, si me buscan donde quiera estoy, que era la canción de mi papá, que la cantaba muy seguido y Simón Blanco, todas esas canciones las cantaba mi papá».
-¿Qué sucede después de México 70, cuando ustedes ya no participan?
«Me compra el Zacatepec, me vengo otra vez al Zacatepec, porque andaban descendiendo, andaba mal el equipo atrás, y llego y gracias a Dios lo compusimos y todo, y nos quedamos a media tabla pero ya no descendió el equipo, y al año siguiente me compra el Toluca y como el Zacatepec necesitaba también lanita, me vende al Toluca, y ahí participé dos años. Y dentro de los últimos años me compra el Jalisco, porque ahí estaba el Halcón Peña que había sido mi compañero en la Selección Mexicana durante ocho años, los dos titulares siempre, a veces capitán uno y a veces capitán otro, de la Selección. Y me voy al Jalisco a jugar otra vez, allá también participé dos años y por último me vine al Zacatpec para retirarme. Pero otra vez andaba mal el Zacatepec y viene por mí Isidro Gil, que era el entrenador del Zacatepec en ese momento, que fuer Portero del Zacatepec, y me dice: Oye, Gallito, andamos otra vez mal, ayúdanos, échanos la mano, no retires. Y le digo: sí, pero nomás nos salvamos y ya me retiro, ya nada. Ya estaba yo cansado de tanto andar viajando por el mundo y tanto futbol y futbol. No por la pelota, porque hasta la fecha hago cáscaras. Pero los viajes fue lo que nos mataron a todos, y me pongo a jugar otra vez con el Zacatepec, nos salvamos y se termina el campeonato y me dice un directivo: Otro contrato por otros dos años, y le digo: No, ya no, ya me retiro, ya no quiero andar viajando. Veinticinco años jugando y viajando para allá y para acá y llega el momento en que ya no quieres problemas de andar viajando».
-¿En qué año te retiras?
«Más o menos fue como en el 78 o algo así».
-¿Te retiraste en algún partido especial?
«No, para nada, no fue ningún partido especial. Simplemente me retiré y ya».
-¿Podríamos decir que el equipo de tus amores es el Zacatepec?
«Sí, claro que sí, porque ahí me inicié, me dieron la oportunidad de hacerme futbolista, me pagaron todo y todo se lo debo al Zacatepec, y claro que también al América, al Toluca y al Jalisco porque a mí en todas partes me trataron muy bien, la verdad, porque yo salía a la cancha a romperme la cara, yo no me hacía tonto».
-Ya con esto lo dijiste todo.
«Así es, así es».
-Ahora, en el terreno de la familia. ¿Cuándo contrajeron nupcias con tu esposa?
«Bueno nos hicimos novios muy jovencitos en Zacatepec, porque el abuelito de mi mujer era el dueño de la línea de transportes ´TZ´ (Transportes Zacatepec), de trailers que acarreaban azúcar y bagazo a la ciudad de México. Yo vivía en la Casa Club y estaba enfrente la ventana de la casa de ella, y atravesándose la calle ahí estaba donde vivía Blanquita».
-Y luego tú, como buen guerrerense tenías tu guitarra…
«Tenía mi guitarra y todo jajajajaja»
-¿Cuándo se casaron?
«Fue en… ay…» –A Gabriel se le olvida la fecha, voltea, mira a su esposa y le pregunta con pena: «¿En qué año fue?»… Todos reímos por el lapsus.
La señora Blanquita, con amabilidad responde: «Fue el 30 de abril de 1967, después que regresó del mundial».
-¿Por qué seleccionaron esa fecha, señora?
«La estuvimos posponiendo varias veces por cuestiones de los compromisos, que lo llamaban a la Selección o que estaba concentrado con el equipo por diferentes torneos. En esa fecha ya teníamos tres días libres, o dos días y los aprovechamos».
-¿Qué significa para usted, señora, ser la esposa de una estrella del futbol, como es el Gallo Núñez?
«Para mí es un orgullo grandísimo, una satisfacción cuando escucho los comentarios tan bonitos que hacen de mi esposo. Yo lo admiro mucho como futbolista, lo admiré mucho, pero lo admiro más como hombre y lo amo porque es una excelente persona».
-Oye, Gallo, qué hermosas palabras te ha obsequiado tu esposa.
«Sí, así es. Te digo, como nos conocimos muy jovencitos, nos queríamos mucho y todo, y nos respetábamos…
-Las frases del Gallo Núñez son interrumpidas por una observación de su esposa:
«¿Cómo que nos queríamos?»
Gabriel Núñez, corrige: «Bueno, nos queríamos mucho como novios y ya como esposos más, porque me regaló cinco hijos: tres hombres y dos mujercitas».
-Señora, háblenos por favor de sus hijos, de la familia.
«La mayor es abogada, se llama Gabriela; el que sigue se llama Orlando Gabriel y él vive en Guerrero, se casó con una guerrerense, y luego sigue Edgar Gabriel, también es abogado, él vive con nosotros, y después la más chiquita, mi hija Blanca Gabriela, ella vive en Chicago, porque se casó con un norteamericano, y el más pequeñito Dios se lo llevó cuando tenías tres añitos».
-¿A alguno de los hijos, de los nietos les gusta el futbol?
«Tengo tres nietos, a los tres les gusta mucho el futbol, tienen nueve añitos, ocho, cinco pero les gusta mucho y se van a entrenar».
balón para que gane México: NA
1ª de 2 partes
Héctor Contreras Organista, MONTE CASINO, Morelos.-Saliendo de Cuernavaca –la vieja Cuauhnáhuac- rumbo a la ciudad de México, recorriendo el serpenteado camino que forma parte de la vieja carretera Panamericana, y después de agotar algunos kilómetros, siempre en ascenso, a bordo del automóvil en el que nos transportamos y que condujo con maestría la señora Luz María Miranda Esquivel, observamos «un claro» en medio de la zona boscosa, a la vera de la carretera.
-»Ahí están, ahí están», dice la señora Luz María. Y Ónix, su hija, que viaja acompañada de su novio Álex, responde: «Sí, ahí están, llegaron antes que nosotros».
Gabriel y su esposa se ponen de pie y nos saludan con especial afecto, como si al reportero lo conocieran de toda la vida: ¡Bienvenido, Héctor! Gabriel Núñez Aguirre, ese gigante del balompié mexicano y su esposa, la señora Blanca (Blanquita) Mariscal Cacho nos ofrecen amablemente su saludo de mano y un abrazo. Obvia decir que su sencillez es enorme, como la de toda la gente importante que hay en este mundo. La verdaderamente importante.
-¿Ya comieron? ¿Gustan comer?, preguntan Gabriel y su esposa a los recién llegados.
«Ya comimos Gabriel, señora, muchas gracias, pero podemos tomarnos un café».
El lugar es un comedor, un restaurante tal vez, un café, una tienda de abarrote, un mini súper, un… todo, donde hay un poco de todo para el caminante. Es además un atardecer de sábado hermoso, tranquilo. El sitio es acogedor y, bueno: Es que estamos en el estado de Morelos, en Cuernavaca, la Ciudad de la Eterna Primavera, donde lo que sobra, en serio, es… Belleza.
Después de un intercambio de saludos y comentarios sobre el viaje, frente a Gabriel Núñez y su esposa, agradecemos a doña Luz María Miranda Esquivel su enorme iniciativa e interés para lograr la entrevista con él. Gracias a ella llegamos a Monte Casino, y lo mejor, conducidos por ella misma en su vehículo y con su familia. Todo obedece a que Gabriel Núñez Aguirre fue amigo y compartió hace años esfuerzos en una empresa de trailers con el Papá de la señora Luz, don Francisco Mauricio Miranda Velázquez, el famoso y muy querido «Pancho Pistolas», de quien en otra oportunidad hablaremos de su riquísima y aleccionadora historia de vida.
Gabriel, como anotamos líneas arriba, es un hombre sumamente sencillo, cordial, atento y respetuoso. Esta tarde va vestido con camisa y pantalón beige. Su voz es ronca, sus manos unas tenazas, literal, luce pelo castaño claro ensortijado y una amabilidad que no cesa. Forman la pareja ideal con su esposa quien durante la charla a ratos le recuerda nombres o fechas de tal o cual partido de futbol. No hay necesidad de decir que se aman, parece que hace un rato se conocieron. Será «porque Gabriel, de donde anduviera jugando, de cualquier país, todos los días me mandaba una carta y dos postales, y cuando tuvo dos días de descanso y vino a Zacatepec, aprovechamos el momento y nos casamos», confiesa con suma amabilidad y ternura su esposa que lo abraza.
Y ahí, a unos centímetros, estamos frente a la leyenda. Taxqueño ilustre, de talla mundial.
-He venido al estado de Morelos con el deseo de platicar con uno de los más grandes deportistas de México, República Mexicana, nacido en Taxco, estado de Guerrero, es nada menos que el gran futbolista Gabriel Núñez Aguirre, el famoso Gallo Núñez. Nuestro propósito es saber qué ha sido de Gabriel después de su gran éxito, de esa trayectoria en el futbol mexicano, y obviamente, internacional. Nos da gusto encontrarlo aquí, en Monte Casino, acompañado de su esposa, señora muy respetable, a quien agradecemos su amabilidad. Y, bueno, Gabriel, más que nada, gracias por recibirme para que dialoguemos en esta ocasión.
«Muchas gracias a ti, Héctor, somos paisanos y somos amigos y lo que gustes, incondicionalmente lo vamos a exponer ahorita».
-Gracias, Gabriel. Para que nuestro público de Radio Universidad Autónoma de Guerrero y para que nuestros lectores conozcan tu trayectoria, platícanos dónde y cuándo naciste. Si me proporcionas, por favor, los nombres de tus padres, de tu esposa, de tu familia, lo que gustes.
«Sí, mira: Yo nací en Taxco, Guerrero, el 6 de febrero de 1942. Y desde chamaquillo me gustó mucho el futbol. No porque yo viera los partidos de futbol, porque en esa época no había televisión. Por radio, yo era muy chavillo, no sabía de futbol. Empezamos a jugar futbol en la calle de Los pajaritos, en Taxco, que es la calle que va a dar al mercado, con todos los muchachos de la colonia empezamos a jugar, a cascarear todas las noches cuando salíamos de las escuelas».
-¿Qué estudiabas?
«Iba a entrar a primer año de la Primaria».
-¿Quiénes eran tus cuates, con los que jugabas? ¿recuerdas algunos nombres?
«Sí, cómo no. Alfredo, Luis, Tomás, Miguel, Rafael y otros que ya no me acuerdo bien, pero estábamos muy chamaquillos».
-¿Dónde vivías, exactamente?
«Ahí, en la calle de Los pajaritos donde nací y ahí vivíamos con mi Mamá y con mi Papá».
-¿Cuáles son los nombres de ellos?
«Mi Papá se llamaba Raymundo Núñez Hernández, y mi Mamá se llamaba María Claudio de Núñez».
-¿Tuviste hermanos?
«Sí, nada más que no los conocí, porque yo fui el último de toda la familia, y es que en Cutzamala cuando te picaba un alacrán te morías, o una víbora y te morías y una enfermedad, y como vivían en Cutzamala y no había doctores, ni nada, era la Cutzamala que estaba iniciando apenas, yo pienso, y no había medios para poderse atender».
-Estamos hablando de esa infancia en que tu familia se traslada de Taxco a Cutzamala de Pinzón?
«Bueno, primero, se vino mi familia de Cutzamala hacia Taxco. Mi Papá y mi Mamá. Y ahí fue donde yo nací como antepenúltimo, porque la última es mi hermana Carmela, que es profesora en Taxco, y ella vive en Taxco con sus hijos y su marido».
-Y la relación con Taxco y Cutzamala es porque tu familia tiene sus orígenes en Cutzamala pero tú naces en Taxco.
«Sí. Cuando yo nací, nos volvimos a regresar a Cutzamala, porque mi bisabuelo, en la época de la guerra de Franco y eso, se vino a vivir ahí, para que no lo fueran a extraditar otra vez a España y lo fueran a matar, y ahí se vino a vivir, y de ahí venimos los Núñez, y por parte de mi Mamá, los Aguirre».
-¿Después sigues estudiando la Secundaria?
«Bueno, nos regresamos otra vez a Taxco y empecé a estudiar la Primaria y luego la Secundaria, pero en la Secundaria yo tenía 15 años. Un señor, Amadeo Rocha, de Taxco, muy buena persona que ya falleció y que Dios lo tenga en su santa Gloria, me empezó a entrenar, porque me veía facultades para el futbol. Anteriormente nos veníamos a ver los partidos de futbol a Zacatepec, veníamos entre cinco o seis camaradas en un taxi o en una camioneta privada, a ver los partidos. Igual nos íbamos a Cuautla, a ver los partidos de futbol, igual nos íbamos a Toluca, yo estaba muy jovencito, tenía 15 años y ya jugaba futbol, ya había participado en el torneo de Guerrero, en donde se hacía el Campeonato del Estado, del cual salimos campeones dos veces. Le ganamos al Unión-Iguala la primera vez, en Iguala, y en otra ocasión nos ganaron ellos en Taxco, también el campeonato, y había un pique muy hermoso en esa época y que las porras se agarraban a botellazos y a pedradas, ya te imaginarás cómo somos en Guerrero. Y sí, seguí los pasos de este señor, y en una ocasión, de tantas que veníamos a Zacatepec a ver los partidos, estaba el señor Ignacio Tréllez en la puerta, en la entrada, y se saludó con Amadeo, porque Amadeo ya había traído al equipo anterior a nosotros los jóvenes, que había competido contra ellos y había salido campeón, también, porque en Taxco había muy buenos jugadores, no nada más vamos a hablar de El Gallo, ¿no? Había bastantes jugadores buenos, entre ellos el Cuacharra, Néstor Flores, y era muy buen jugador, él jugaba en el Zamora, y cuando venía con el Zamora a jugar a Zacatepec, íbamos a verlo jugar. Y ahí estaba en una ocasión Nacho Tréllez, en la entrada, se conocía con Amadeo y acabábamos de comer para ir a ver el preliminar, a las dos de la tarde, porque los partidos en Zacatepec empezaban a las cuatro de la tarde, y me presentó con don Nacho Tréllez y le dice: Oiga, ¿Por qué no ve jugar aquí al Gallito? Juega bien. Y me dice Ignacio Tréllez: ¿Quieres jugar, Gallito? Le digo: ¡Sí! Órale, pues, dice. Esa voz me agrada. Ahorita voy a armar un equipo de jovencitos porque no se presentaron los chavos de El Toluca, porque se les descompuso el camión ahí por Zempoala, y ya no se van a presentar. Y entré a jugar y más o menos lo convencí y me dice: Vente el próximo martes, quiero verte con más tranquilidad. Y ya fui el próximo martes, hicimos partido ese martes y ya me dice Nacho: Mira, Gallito, queremos que te quedes aquí porque te vemos muchas facultades como futbolista. Me dice, vente el próximo martes otra vez, platica con tus papás y ya te vas a quedar aquí. Te vamos a dar una recámara, en la Casa Club, te vamos a dar alimentación y te vamos a comprar una poquita de ropa aquí en Cuernavaca, y ya, me quedé en el Zacatepec».
-Esto, ¿en qué año fue?
«En 1959, más o menos».
-¿Cuál fue tu primer partido con el Zacatepec, ya profesionalmente hablando?
«A los tres meses de haber llegado y estar jugando con las reservas, Nacho Tréllez me dio la oportunidad de participar contra el América, me debutó en Primera División. Marqué a un jugador uruguayo que se llamaba Payeilo, y no lo dejé mover ni nada, me salió todo muy bien y ya me quedé como titular en el Zacatepec».
-¿Qué tiempo estuviste ahí?
«Estuve jugando en el Zacatepec alrededor de unos doce años, más o menos».
-En este trayecto de doce años, ¿en qué competencias participaste, independientemente a lo que era Primera División, hubo algunas salidas al extranjero?
«Sí, cómo no. Fuimos a jugar con la Selección grande en la Copa Kennedy, en Los Ángeles y San Francisco, de los cuales salimos campeones».
-En esa época, ¿quién entrenaba a la selección grande?
«Nacho Tréllez».
-Y posteriormente empieza a descollar el Gallo Núñez y empiezas a ser famoso, empiezas a participar en los partidos de compromiso mayor.
«Sí, claro. Ya me hicieron mi contrato y ya participé en todos los partidos en Primera División, desde luego».
-Empezó a sonar muy fuerte el nombre de Gabriel Núñez, en el terreno espectacular deportivo.
«Así es, claro que sí».
-Y a partir de entonces, ¿cuáles fueron las competencias que consideras de mayor importancia en tu carrera?
«Desde luego fueron con el Zacatepec, con el América, con el Toluca y con el Jalisco, pero más que nada, a nivel internacional y mundial fue con la Selección Mexicana en la cual participamos en la Copa Kennedy y salimos campeones, luego participamos en Concacaf, fuimos a jugar a Guatemala el Torneo de las eliminatorias, donde participaron Costa Rica, Salvador, Honduras, Estados Unidos, Canadá y todo Centro América y en la cual salimos campeones también ahí en Guatemala».
-Después de estar en el Zacatepec y en la Selección Nacional, ¿cuál es el siguiente paso?
«Después de estar en Zacatepec me compra el América y empecé a participar con el América cuatro años en el Estadio Azteca».
-¿Quiénes eran tus compañeros cuando estuviste en el América?
«Estaba Ataulfo Sánchez de portero; estaban Gilberto Vega, el campeón Hernández, Arlindo Dos Santos, Alfredo del Águila, Víctor Mendoza, Zague Papá, Babalvi, capeón del mundo, Mací Santos y todos ellos».
-En ese ambiente, ¿cómo se desplaza el Gallo Núñez?
«Muy bien, porque ya era un jugador de experiencia, hecho y todo, y me acoplaba muy bien con todos y ya habíamos participado varias veces en la Selección Mexicana, o sea, ya había madurez».
-Asististe, obviamente a campeonatos mundiales.
«Sí, claro. Primero hicimos varias giras. Participamos en un Pentagonal Chileno en Santiago de Chile del cual también salimos campeones. Le ganamos la final a Chile, y me acuerdo muy bien porque en los periódicos chilenos al otro día decían: Tienen razón los mexicanos, como México no hay dos. Nos bailaron 1-0. Antes del mundial de Inglaterra nos habían invitado a unas giras para foguearnos más contra Colombia, contra Chile, contra Uruguay, contra Argentina y contra Brasil y gracias a Dios les ganamos a todos».
-Viene lo de 1966 y en esa ocasión se da el crédito de Cinco Copas a Antonio, La Tota Carbajal.
«Sí, en el Campeonato del Mundo de Inglaterra, del 66 que fue el último partido de La Tota Carbajal, como portero, y lo despedimos todos abrazándolo y afortunadamente no le pudieron meter ningún gol porque no lo permitimos nosotros. Pero La Tota cumplía su quinto campeonato del mundo y empatamos con Uruguay a 0 goles».
-¿Participas después en el México 70?
«Bueno, mira. Ahí en el México 70, lógicamente yo era el titular, indiscutible, junto con el Halcón Peña, hablando con modestia. Pero nos llevaron a Acapulco a pasear, porque faltaba un mes para el Mundial del México 70, y nos llevaron a Acapulco a divertirnos. No había partido de por medio ni nada, simplemente era para desahogarnos un poquito del estar concentrados con la Selección, y nos llevaron a divertirnos, y lógicamente en Acapulco estaban todos mis paisanos y todo mundo me saludaba y me abrazaba y oye Gallito, tómate una con nosotros y ni modo de despreciarlos, y además fuimos en plan de paseo, porque todos de esa Selección tomamos, la verdad, ni modo que vaya uno al mar y no nade uno. Nos tomamos unas copillas ahí y no pasó nada el primer día. El segundo día otra vez volvimos a salir a la playa y llegaron otros paisanos ahí y nos invitaron una cervecitas, a Ernesto y a mí, y lógicamente, en ese momento uno es ídolo, y todo mundo te quiere invitar a comer o a tomar pero todo mundo te quiere invitar. De ahí regresamos al hotel a cambiarnos para ir a ver las variedades principalmente en El Zorro. Entramos con Ernesto y nos tomamos una cubita, y nomás de repente que se aparecen Los Fonomimics, unos artistas. En ese momento Ernesto andaba grabando discos de canciones, porque le gustaba mucho la cantada, yo le decía que hubiera nacido mejor en Guerrero y no en Guadalajara, hacíamos bromas. Los Fonomimics eran muy amigos de Ernesto, se habían encontrado en la televisión grabando y ya, hicieron cantar a Ernesto. Se nos hizo un poco tarde en llegar al hotel, fuimos de los últimos en llegar. No fuimos los últimos en llegar, fuimos de los últimos en llegar, pero total, pasó esa bronca, que llegamos un poquito tarde, con una poquita adentro, es la verdad también. Y al otro día que nos manda decir Raúl Cárdenas, que era el entrenador, que él se inició con nosotros en el Zacatepec, también, y todo, nada más que era mayor que nosotros y por eso lo hicieron entrenador, nos manda decir Raúl con el Cerro Zamaya, que era el masajista siempre de las Selección y de los equipos de futbol, nos manda decir que nos teníamos que regresar a México que porque le habían contado que nos habíamos portado mal. ¿Mal de qué? Nomás estuvimos ahí, que cantara Ernesto y que nos tomáramos unas copitas, pero no hicimos nada malo ni nada de qué arrepentirnos, y además andábamos de vacaciones. Total, nos regresamos. Yo me quedé en Zacatepec y Ernesto Cisneros se fue a México porque ya estaba con el Atlante. Y ya después vino el rollo ese de que nos iban a correr de la Selección y no sé qué, y que aquí y que allá y dije: Bueno, pues, allá ustedes, se la van a jugar solos sin nosotros, ojalá y les vaya bien, porque tomen en cuenta la capacidad de jugadores que hay ahorita, les va a costar para poderlos marcar. Y pasó así. Y antes de empezar el torneo me vino a ver el Presidente de la Federación Mexicana de Futbol, que en ese momento era el ingeniero Aguilar Álvarez. Me citó en una residencia aquí en Cuernavaca, y voy a verlo y nos ponemos a platicar y me dice: Mira Gallito, la verdad, la verdad tú te tienes que quedar en la Selección porque eres indispensable. Ernesto también, pero a Ernesto sabemos que le gusta más la copita y las desveladas que a ti, y pensamos que él fue quien te sonsacó. Y le dije, no, para nada, a mí no me sonsacó, somos amigos, estábamos en la misma habitación y los dos la regamos en el sentido de que no hicimos nada mal, nomás en llegar dos horas más tarde a la concentración, pero no fuimos los únicos ingeniero. ¿Y quiénes fueron los demás? Y le digo: eso sí no se lo voy a decir. Y me pregunta: Bueno, ¿entonces, contamos contigo? Le digo: Mire: O los dos, o ninguno. Si seguimos los dos, me quedo, si no, desde ahorita estoy afuera, no me importa. Y así fue, no quisieron aceptar a Ernesto y nos fuimos los dos para afuera».
-Bueno, es la lealtad en la amistad en un hombre, y sobre todo en un guerrerense como tú.
«Ya ves que en Guerrero no nos rajamos ni con hacha ni con el diablo. No somos muy valientes como dice la gente, pero sí tenemos los pantalones bien puesto: Soy costeño nacido en Guerrero y no me afrento de ser lo que soy, a mí nunca se me arruga el cuero, si me buscan donde quiera estoy, que era la canción de mi papá, que la cantaba muy seguido y Simón Blanco, todas esas canciones las cantaba mi papá».
-¿Qué sucede después de México 70, cuando ustedes ya no participan?
«Me compra el Zacatepec, me vengo otra vez al Zacatepec, porque andaban descendiendo, andaba mal el equipo atrás, y llego y gracias a Dios lo compusimos y todo, y nos quedamos a media tabla pero ya no descendió el equipo, y al año siguiente me compra el Toluca y como el Zacatepec necesitaba también lanita, me vende al Toluca, y ahí participé dos años. Y dentro de los últimos años me compra el Jalisco, porque ahí estaba el Halcón Peña que había sido mi compañero en la Selección Mexicana durante ocho años, los dos titulares siempre, a veces capitán uno y a veces capitán otro, de la Selección. Y me voy al Jalisco a jugar otra vez, allá también participé dos años y por último me vine al Zacatpec para retirarme. Pero otra vez andaba mal el Zacatepec y viene por mí Isidro Gil, que era el entrenador del Zacatepec en ese momento, que fuer Portero del Zacatepec, y me dice: Oye, Gallito, andamos otra vez mal, ayúdanos, échanos la mano, no retires. Y le digo: sí, pero nomás nos salvamos y ya me retiro, ya nada. Ya estaba yo cansado de tanto andar viajando por el mundo y tanto futbol y futbol. No por la pelota, porque hasta la fecha hago cáscaras. Pero los viajes fue lo que nos mataron a todos, y me pongo a jugar otra vez con el Zacatepec, nos salvamos y se termina el campeonato y me dice un directivo: Otro contrato por otros dos años, y le digo: No, ya no, ya me retiro, ya no quiero andar viajando. Veinticinco años jugando y viajando para allá y para acá y llega el momento en que ya no quieres problemas de andar viajando».
-¿En qué año te retiras?
«Más o menos fue como en el 78 o algo así».
-¿Te retiraste en algún partido especial?
«No, para nada, no fue ningún partido especial. Simplemente me retiré y ya».
-¿Podríamos decir que el equipo de tus amores es el Zacatepec?
«Sí, claro que sí, porque ahí me inicié, me dieron la oportunidad de hacerme futbolista, me pagaron todo y todo se lo debo al Zacatepec, y claro que también al América, al Toluca y al Jalisco porque a mí en todas partes me trataron muy bien, la verdad, porque yo salía a la cancha a romperme la cara, yo no me hacía tonto».
-Ya con esto lo dijiste todo.
«Así es, así es».
-Ahora, en el terreno de la familia. ¿Cuándo contrajeron nupcias con tu esposa?
«Bueno nos hicimos novios muy jovencitos en Zacatepec, porque el abuelito de mi mujer era el dueño de la línea de transportes ´TZ´ (Transportes Zacatepec), de trailers que acarreaban azúcar y bagazo a la ciudad de México. Yo vivía en la Casa Club y estaba enfrente la ventana de la casa de ella, y atravesándose la calle ahí estaba donde vivía Blanquita».
-Y luego tú, como buen guerrerense tenías tu guitarra…
«Tenía mi guitarra y todo jajajajaja»
-¿Cuándo se casaron?
«Fue en… ay…» –A Gabriel se le olvida la fecha, voltea, mira a su esposa y le pregunta con pena: «¿En qué año fue?»… Todos reímos por el lapsus.
La señora Blanquita, con amabilidad responde: «Fue el 30 de abril de 1967, después que regresó del mundial».
-¿Por qué seleccionaron esa fecha, señora?
«La estuvimos posponiendo varias veces por cuestiones de los compromisos, que lo llamaban a la Selección o que estaba concentrado con el equipo por diferentes torneos. En esa fecha ya teníamos tres días libres, o dos días y los aprovechamos».
-¿Qué significa para usted, señora, ser la esposa de una estrella del futbol, como es el Gallo Núñez?
«Para mí es un orgullo grandísimo, una satisfacción cuando escucho los comentarios tan bonitos que hacen de mi esposo. Yo lo admiro mucho como futbolista, lo admiré mucho, pero lo admiro más como hombre y lo amo porque es una excelente persona».
-Oye, Gallo, qué hermosas palabras te ha obsequiado tu esposa.
«Sí, así es. Te digo, como nos conocimos muy jovencitos, nos queríamos mucho y todo, y nos respetábamos…
-Las frases del Gallo Núñez son interrumpidas por una observación de su esposa:
«¿Cómo que nos queríamos?»
Gabriel Núñez, corrige: «Bueno, nos queríamos mucho como novios y ya como esposos más, porque me regaló cinco hijos: tres hombres y dos mujercitas».
-Señora, háblenos por favor de sus hijos, de la familia.
«La mayor es abogada, se llama Gabriela; el que sigue se llama Orlando Gabriel y él vive en Guerrero, se casó con una guerrerense, y luego sigue Edgar Gabriel, también es abogado, él vive con nosotros, y después la más chiquita, mi hija Blanca Gabriela, ella vive en Chicago, porque se casó con un norteamericano, y el más pequeñito Dios se lo llevó cuando tenías tres añitos».
-¿A alguno de los hijos, de los nietos les gusta el futbol?
«Tengo tres nietos, a los tres les gusta mucho el futbol, tienen nueve añitos, ocho, cinco pero les gusta mucho y se van a entrenar».