Columnas
Cosmos
Héctor Contreras
No existe duda de que el presidente municipal de Chilpancingo, Héctor Antonio Astudillo Flores quiere y puede lograr, con el respaldo de la ciudadanía de la capital del estado de Guerrero, transformar la imagen urbana de Chilpancingo, conocida en todos lados como “La capital de estado más fea y atrasada en la república mexicana”.
En los días más recientes, la comuna que preside ha puesto su mejor empeño para desalojar de la plaza central de Chilpancingo a grupos de comerciantes que se han apropiado de los espacios que pertenecen a la ciudadanía para solaz y esparcimiento.
El origen del problema de que en el centro de la ciudad se establecieran una buena cantidad de carpas para que se vendiera artesanía y fayuca, y también los abusivos expendedores de periódicos y revistas salieran de los establecimientos que generosamente les donó el gobierno del estado en la época en que fue gobernador Alejandro Cervantes Delgado, y ocupen los espacios del pasillo conocido como “Los Portales”, fue cuando otra administración municipal, al parecer la que encabezó José Luis Peralta Lobato (dato sin confirmar), autorizó esa anarquía.
Corrió el tiempo, y aunque desde el principio de que se comenzó a observar el problema de limitar los espacios a los habitantes de Chilpancingo en su plaza central y la voz ciudadanía solicitaba a los gobiernos municipales que retiraran ese denigrante espectáculo y que obstruye la vialidad, ninguna administración asumió una determinación como la que ahora ha emprendido el ayuntamiento de la capital del estado de Guerrero.
Se rumoró que “la solución al problema no va a ser fácil”. Cuando hubo quienes preguntaron ¿por qué no sería fácil?, se dijo que los “artesanos” ahí asentados contaban –o cuentan- con un Amparo para establecerse por tiempo indefinido en esos sitios, con lo que la petición de la ciudadanía pasó a segundo término. Los chilpancingueños tenían que tolerar que sus espacios públicos disminuyeran y que la autoridad municipal quedara atada, sin vislumbrarse solución alguna.
La protesta ciudadana ha subido de tono. A Héctor Antonio Astudillo Flores la población le ha dicho y le ha exigido, tanto en forma directa como en los medios de comunicación, que ha llegado la hora de dar solución al problema. Cargando con esa exigencia popular, el alcalde inició un diálogo con las “memeleras”, a las que ya desalojó, sigue con los “artesanos” y los vendedores de periódicos y revistas para que los espacios que corresponden a la población, queden libres.
Sin embargo ha encontrado resistencia. Y, en efecto, al parecer “no va a ser fácil la solución al problema”, por la simple y sencilla razón de que Chilpancingo, por “tradición” es una ciudad donde el nefasto y dañino influyentismo, el familiarismo y el amiguismo siempre han campeado por encima de las leyes que deberían aplicarse en bien de la población y no para beneficiar a unos cuantos. Pero esa es la triste realidad. En Chilpancingo cada quien hace lo que quiere porque es amigo, compadre o familiar de tal o cual funcionario, que siempre están por encima de las leyes.
Lo que está ocurriendo en Chilpancingo con estas acciones que emprende Astudillo Flores es algo inédito, y por lo mismo, novedoso. Pero no hay duda que lleva la intención –por primera vez en la historia de nuestro pozolero pueblo- de beneficiar a la familia chilpancingueña. Como anotamos en pasadas colaboraciones en este espacio: “Le está poniendo el cascabel al gato”. No es tarea fácil, pero parece ser el comienzo de una administración municipal que va a pasar a la historia.
Porque de lograr hacer prevalecer los principios de una convivencia armónica y justa en “La capital más fea y atrasada de la república mexicana”, se estarán dando los primeros pasos para emprender otras acciones y asentar la transformación de la imagen urbana, en beneficio de la ciudadanía. Si bien es cierto que Chilpancingo es una ciudad donde impera el “influyentismo”, también es muy cierto que si se aplica el Bando de Policía y Buen Gobierno, esta ciudad puede alcanzar niveles de bienestar, no conocidos.
En una llamada telefónica que el señor alcalde hizo a nuestro programa sabatino de Radio Universidad Autónoma de Guerrero “Recuerdos y Actualidades”, comentó que logró superar aquél muy grave problema de insalubridad que representaba que por el “río” Huacapa corrieran las aguas negras. Ese es un muy importante punto a su favor y a favor de la comunidad chilpancingueña, porque Chilpancingo era, tal vez, la única ciudad en el mundo que por el centro de la población cruzara un “río” llevando no sólo “aguas negras” y sus consabidas pestilencias, sino creando y provocando una contaminación espantosa y de impredecibles consecuencias. Eso, al parecer, quedó superado.
El paso siguiente es devolverle a Chilpancingo una gran respuesta: Que sus espacios de la plaza central queden libres para beneficiar a la población. Pero, no es todo. El muy grave problema de la vialidad es otro asunto que el ayuntamiento tiene que enfrentar con el mismo interés, decisión y gran responsabilidad, y también forma parte de la protesta ciudadana a sus autoridades. Es muy criticable que a las “horas pico”, en diversos puntos de la ciudad la arbitrariedad se una al cinismo y la irresponsabilidad del transporte urbano en perjuicio de la población.
La basura, a pesar de los reconocidos esfuerzos que el municipio ha hecho y sigue haciendo, todavía falta mucho por emprenderse. Hace tiempo, por cierto, se decía en el ayuntamiento: “No hay dinero”. Hoy, esa excusa no tiene vida, no tiene validez. El año pasado, personal del ayuntamiento anduvo casa por casa midiendo construcciones y ya se está aplicando el nuevo Impuesto Predial que se ha incrementado muy considerablemente para los contribuyentes. Si antes se pagaban, por citar un mal ejemplo, 200 pesos de Predial, con la acometida municipal en práctica hoy esa cantidad se ha incrementado a 2 mil pesos. ¿Hay protestas? Claro que las hay, y por eso mismo la exigencia ciudadana se vuelve más acre. Y el señor Presidente Municipal y el ayuntamiento en su conjunto también tienen que corresponder en ese incremento de responsabilidad: Hacer y practicar no sólo un buen gobierno, sino una administración que, en serio, beneficie a todos, pero asentadas sus responsabilidades en la Responsabilidad.
No hay duda que “golpes hacen jinete”. Se ve, por sus acciones, (al árbol se le conoce por sus frutos) que Héctor Antonio Astudillo Flores, como alcalde, tiene otra visión sobre su quehacer municipal. Con madurez intenta superar el influyentismo que tanto daño hizo a Chilpancingo.