Columnas

Falconario
Jorge Falcón
Una verdad fundamentada es que el titular de la Auditoría General del Estado, Ignacio Rendón Romero, tiene en éste momento a los alcaldes de los 81 municipios de la entidad; a legisladores y funcionarios, asidos fuertemente unos para purgar penas carcelarias; otros, a pagar o devolver el dinero que se han tranzado alevosamente de las arcas municipales y de programas y proyectos legislativos.
Muchos de estos alcaldes, se cuentan dentro del grupo político que apoya al candidato al gobierno de Guerrero, Angel Heladio Aguirre Rivero; otros, aún no cuentan con candidato para «darle» su apoyo «incondicional»; pero, que lo harán en breve, tantito les tuerzan el rabo. Y «bualá» ya tendrán su candidato acorde a los designios del gobernador Carlos Zeferino Torreblanca. De ello no hay duda.
Es allí donde la figura de Nacho Rendón Romero aparece, y se yergue con documentos en la mano, para con ese ademán decirles: ¡Acá te tengo malandrín!
Y que son muchos los que han desviado dinero para «otras obras». Los demás nunca sometieron a concurso la obra pública y crearon empresas fantasmas para edificar o erigir malas construcciones en lugares equivocados. O bien, obras «abultadas» con material de desecho.
Latrocinios, «cirugía estética» de gastos, malformaciones económicas y dineros encaminados a cuentas en el extranjero, son diversos los delitos, por los que estos se «alinearán». Así es la política mexicana y así son nuestros ladrones políticos. Y en esto Nacho Rendón Romero, es solo una torre, de ese ajedrez de perversiones. Donde el auditor debe ser auditable.
LIDERAZGO
Dice John Kotter: «El liderazgo no es algo místico y misterioso. No tiene nada que ver con tener ‘carisma’ o cualquier otro rasgo exótico de personalidad. No es el dominio de los elegidos».
Hasta el hartazgo ha sido tratado el tema del liderazgo en múltiples medios, conferencias, seminarios y empresas, sin embargo, no ha llegado a la saciedad, ya que a pesar de todos los esfuerzos el liderazgo continúa envuelto en esa aura mítica, propia de los héroes clásicos. No nos ha sido posible dejar de asociar a un líder con un «cuasi-santo», ese ser mítico que viene a solucionar nuestros problemas.
Ángel Heladio Aguirre Rivero, tiene dos confecciones. Mística y carisma. Ello lo hace líder. Pese a que un sinnúmero de sicarios de la información, defenestran contra su persona, sus modos de hacer política; eso engrandece más su personalidad. Ello, motivado por una psique social, que entre más destelles encono, rabia y diatriba a ésta la engrandeces por sus cualidades. Así de simple.
Ángel, es un verdadero líder que no pide obediencia, sino que fomenta y aprovecha las ideas, los valores, la energía y la firmeza de las personas para construir una plataforma de gobierno.
No se envalentona diciéndose ante la sociedad para su aceptación: ¡Soy chaparrito pero chingón! Eso es de fracasados y vencidos. Es todo.

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