Nota roja


Desechos fecales
caninos en calles

Jorge Luis Falcón Arévalo.ATOYAC, GRO.—De acuerdo a versiones de barrenderos de los primeros cuadros de la ciudad de Atoyac, como de Tecpan, Coyuca y San Jerónimo, los perros que deambulan por las calles, dejan alrededor de diez kilos de desechos fecales, que son perniciosos para la salud; sin que las autoridades municipales realicen su trabajo de manera responsable.
De acuerdo a versiones de barrenderos hombres y mujeres, señalan que es molesto realizar la limpieza de esta bazofia porque carecen del equipo indispensable de salud e higiene. No hay una cultura del mantenimiento de la ciudad porque las administraciones municipales se quejan de ausencia de dinero; pero si cuentan -en los tres municipios- en nóminas a gente cercana como familiares y aviadores, quienes nunca se realizan su trabajo en estas áreas, «por ello nos damos cuenta, asientan los entrevistados.
Los cuestionados cuyos nombres se guarda el medio masivo, señalan que « es un martirio limpiar las porquerías de perros y gatos que dejan sus dueños que defequen en banquetas y calles; porque además de que no se puede asear por ser en ocasiones fresca la «cagada», no contamos con papel, ni agua, menos jabón para hacerlo y los vecinos, más cochinos, poco hacen por realizar el aseo, argumentando que ellos no son dueños de esos perros».
«Es grande la cantidad de estiércol que se junta y que varía entre diez y doce kilos y que se encuentran en las calles del primer cuadro de la ciudad en ciudades como Atoyac, Tecpan y San Jerónimo. El descuido de los alcaldes se refleja en que no hay un programa serio y responsable de manera coordinada con las dependencias de salud. «O a lo mejor poco les importa que esto suceda», afirma vía telefónica el presidente de la Academia Nacional de Ecología, capítulo Acapulco, Héctor Zurita Brito, quien agrega que los males que acarrea el respirar o estar en contacto con esos excrementos de canes y gatos, son alarmantes y nocivos, más en esta zona del trópico».
María del Socorro Beltrán, vecina del centro de la ciudad de Coyuca testimonia que «administraciones van y vienen y ninguna pone la debida atención a este problema que lesiona la salud, principalmente de los niños. La enorme cantidad de perros callejeros que se pasean por el mercado, es impresionante y más los pelos de gatos que «según dicen dejan estériles a las mujeres». «Haber que habrá de hacer Merced Baldovinos, cuando ya ase le ha propuesta erradicar esta plaga» acota la entrevistada.
Dueños de negocios de diversos giros comerciales en pleno zócalo de la ciudad de Atoyac se manifiestan en el sentido de que «por la interminable remodelación del parque, andan por allí desde perros sarnosos y enfermos y que ninguna autoridad de sanidad asume su responsabilidad; menos el presidente Bello Gómez, que está más entretenido en hacer negocios con los dolientes de las lluvias, que con la ciudadanía que lo llevó al poder dizque «por un Bello Atoyac», cuando es «chando» no tan solo en su trabajo, sino en el trato personal, indica uno de los cuestionados propietario de una cocina económica.
Con relación a San Jerónimo, la autoridad ausente no tan solo para administrar los recursos, sino para darle a la ciudadanía un reflejo de ser un gobierno de ideas, solo hemos visto que el alcalde Ricardo Barrientos a su profesión de arquitecto que a darle a la ciudadanía un nuevo mercado, recolección de basura y apoyos a los que menos tienen, dijo la dueña de una farmacia, al momento que destacó que Barrientos, como Bello Gómez, tienen algo en común, les dicen «el no hay», porque nunca hay dinero para resolver los asuntos de la comunidad.
Los problemas de Tecpan de Galeana, no tan solo se emparentan con la gran comunidad de perros callejeros, sino que acá el grado de defecación en un poco más excesiva, porque hay más canes sueltos, sin que exista un programa o proyecto para lograr que esta tribu cuadrúpeda disminuya; sino que contribuye a dispersar la basura en las calles, cuando andan en busca de alimento de entre los desechos sólidos. El problema es doble, argumenta un taxista, cuyo nombre dice es Juan Armenta, y enfatiza «hay tantos perros como políticos».

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