Columnas

Falconario
Jorge Falcón.
«Apropiación ilícita», nombra el presidente del Perú, a la sustracción de piezas de un santuario de las que se adueñó para un supuesto estudio hace más de 99 años, el explorador estadounidense Hiram Bingham que pertenecen a Machu Picchu y estas se encuentran en la Universidad de Yale.
Al cercano centenario de la legendaria ciudadela situada en la provincia de Cuzco. Funcionarios de esa importante institución americana se niegan a la devolución, bajo riesgosos e infantiles argumentos, como el de «en el Perú no estarían suficientemente seguras».
Caso similar ocurre con el penacho de Moctezuma que se encuentra en un Museo de Viena, y que las autoridades de esa ciudad, se niegan a entregar al gobierno de México. Acá ninguna autoridad de gobierno ha hecho la solicitud de exigir lo que nos pertenece. Y no tan solo ese bello y emblemático ropaje de nuestro emperador. Sino un millar de joyas arqueológicas, que están dispersas en el mundo; principalmente, en España, Francia y los Estados Unidos de Norteamérica.
Alan García, les dice que incurrieron en un «clarísimo acto de apropiación ilícita». Los mexicanos bien nacidos, les decimos: ¡Ladrones! ¡Sabandijas! ¡Hijos de puta! Perdón por el exabrupto lícito.

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