Opinión

No se hagan bolas
Edilberto Nava García
Mientras más grande y poderoso sea un partido político y exista libertad individual práctica y debidamente legalizada entre sus miembros, más difícil es para los dirigentes mantener el control de la militancia y simpatizantes. Y no es que deje de ser importante una organización política, un partido político, digamos, sino que antes de ser militante activo de un partido político, se es individuo, sujeto, ciudadano en pleno goce de sus derechos y obligaciones, luego entonces, primero es el ciudadano, el individuo y luego la organización, porque son aquellos quienes, en ejercicio de sus derechos de asociación deciden agruparse para el logro de sus fines.
Lo anterior viene a colación, por lo que se dice acerca de la conducta a asumir por el priista Angel Heladio Aguirre Rivero, político bien conocido en todo Guerrero, entidad de la que ha sido funcionario público, con varios cargos de elección popular. Y rumores van y vienen. Que está justamente molesto por no haber sido nominado como precandidato a la gubernatura; otros, que no tiene razón en su molestia, pues lo señalan de haber sido beneficiado ampliamente por el sistema político y particularmente por su partido.
Y el tiempo parece alargarse, mientras el priismo parece estar a la espera y en zozobra. Y es que el PRI siente en la bolsa el triunfo electoral de enero próximo. Sin embargo se le ha atravesado un pero; un pero con nombre, presencia y carisma. Su sitial es de mayor significación, pues es miembro del senado de la República, en tanto que el precandidato es sólo un alcalde de los que en la entidad hay otros ochenta más. Empero el precandidato deja la alcaldía acapulqueña, la más importante de Guerrero desde el punto de vista económico. Y la deja no porque ya haya cumplido los compromisos contraídos con la población, ni porque esté inhabilitado física o legalmente, sino por su legítima aspiración de convertirse en gobernador.
Que si el Acapulco de diez no llegó a la calificación de siete, dicen los de enfrente, parece importarle poco al ahora precandidato Manuel Añorve Baños. Cierto, lo que más le interesa es cuanto hagan los dirigentes de varios partidos políticos y fundamentalmente el senador costaquiquense. Y los seguidores del precandidato son buenos detractores. Lo menos que expresan es que será una gachada que Aguirre Rivero renuncie al PRI para ser postulado por otros partidos. ¿Simple opinión? O el miedo no anda en burro.
Empero unos y otros tienen su razón. Ante todo, la unidad, dicen, pero esa unidad al interior partidista implica el sacrificio de uno, dos o más según los cargos a disputarse. Señalan que Aguirre Rivero presionó quien sabe a quién y quien sabe dónde, para que su hijo, sin militancia alguna se convirtiera en candidato a diputado por Costa Chica. Pero eso es lo de menos, pues también se dijo igual cuando Rubencito tercero fue diputado sin distrito en lo local y luego en lo federal. ¿Militancia? Ninguna, dijo más de un igualteco en su momento. Se conformaron con reconocer que «el dinero ablanda más que el sebo».
El juego político es bonito, que incluso se paga cuota para estar dentro. Y es riesgoso como cuando Colosio quiso elevarse sin pactos con los poderosos. Los ánimos se crispan, más en entre inmediatos seguidores y no falta quien desee limpiar de estorbos para el acceso de su jefe. Por eso los crímenes políticos.
¿Disciplina, lealtad, agachismo? Sí, pero para los de abajo. Para los de arriba, los estatutos, la ley, sólo cuando conviene. No acaso Añorve Baños fue alcalde sustituto de Acapulco, pese a que lo prohíbe la ley, pues él fue síndico en el periodo inmediato anterior? Los archivos no mienten, como tampoco la memoria histórica. De ahí que si alguien renuncia en un partido político, no es ilegal, pues ejerce su derecho. Ha habido quienes en cuanto son electos, se declaran independientes y no pasa nada. ¿Nombres? Los lectores y los actores políticos lo saben.
Cuestión de tiempo, de horas. En efecto, el priismo tiene todo de su parte para ganar la próxima elección de gobernador, pero ese todo pende en este momento de la decisión que tomen tres o cuatro dirigentes, pero fundamentalmente de la que ejecute Angel Heladio Aguirre Rivero, actual senador de la República.

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