Columnas
Apunte de lectura
Crónica de la Carpa Itinerante de lectura que clausura este 29.
Los libros son generosos pero no caminan, no llegan solos a su destino de compañía, de viaje, de baños, de escondidas bajo sábanas, de sillón, de escuela, de préstamo a domicilio. Graciela Bialet
Irving Marcello Hinojoza, un joven originario de esta ciudad capital y que en breve egresará de la licenciatura en Cultura y Arte de la Universidad de Guanajuato, —a colación porque la promoción lectora no es ningún cuento, requiere profesionalización y vocación-, es el que está coordinando todo el esfuerzo del Grupo Cultural «De la Mancha», y que desde el 22 de julio, ha reunido todas las tardes a cuenta cuentos, músicos, zanqueros, lectores y no lectores en la Carpa Itinerante de lectura ubicada en la Plaza Cívica «Primer Congreso de Anáhuac».
Y que para dar fin a estas actividades inéditas por los días y funciones, por lúdicas e innovadoras, este jueves 29 se llevará a cabo la clausura de las actividades de Fomento a la lectura que se desarrollaron con gran aceptación entre niños y adultos.
Es preciso señalar, que el Grupo Cultural «De la Mancha» desarrolló las actividades de manera independiente, como dicen, por amor al arte, sin embargo, las autoridades debieran incentivar estos esfuerzos, porque además del impacto y el beneficio social de esta labor, deben considerar que los promotores de lectura también tienen que hacer gastos de traslados, y sobre todo tienen necesidades materiales y familia.
Es menester destacar también que este esfuerzo fue apoyado logísticamente por la Biblioteca Pública Central Estatal, bajo la directriz de Mara Vicencio Talamantes. No obstante, se precisa que en los siguientes eventos se sumen todas las instituciones que compete el fomento a la lectura, el Programa Nacional de Lectura, la Coordinación Estatal de Bibliotecas, Salas de Lectura de Conaculta, coordinado por el Instituto Guerrerense de la Cultura -y que para variar lleva años que este Programa Nacional no opera en la entidad, -como una omisión más del Gobierno estatal-, las Regidurías de Educación y Cultura, Sedesol, el sector educativo, etc. etc. Si con las carencias y limitaciones, todas las funciones tuvieron éxito y lleno, qué sería con la suma de voluntades y acciones de todas las instituciones referidas, lo merece y exige la población.
Ahora quiero compartirte como Irving, -el culpable de este maravilloso esfuerzo-, nos narra la crónica de lo que pasa dentro de la carpa, y si no pudiste asistir, a través de su texto te invito a imaginar lo que se vivió en esta carpa mágica de emociones diversas que brindaron los libros «Los niños ingresan a la carpa, «El señor Grande» como es conocido el artista que anda en zancos, invita a las familias y anuncia la tercera llamada, en las entrañas de la carpa los niños esperan impacientes, algunos sentados sobre el tapete mágico que si te sientas sobre él, tienes dulces sueños, otros en las sillas infantiles, otros más sobre las piernas de sus madres; la pequeña carpa alberga ahora a más de cuarenta y cinco personas, tres cuenta cuentos, un saxofonista y un baterista. Dentro de la carpa se escuchan las risas, y de a ratos, cuando el cuento llega a la cúspide del drama, el silencio penetrante del publico es sacudido por la contaminación sonora de la plaza cívica de la capital, sin embargo este no es motivo para la distracción, el niño se muestra tan emocionado que lo único que le interesa escuchar es el final de aquella historia, la Cuenta cuentos de voz clara y peculiar anuncia el final de la historia con la frase ya conocida «Y colorín colorado, este cuento se ha acabado» al mismo tiempo que pregunta a los niños ¿Saben quién me contó este cuento? A lo que los niños responden: «Mi amigo el Libro». La función concluye y el niño se postra sobre su lugar y no quiere abandonar aquel mundo fantástico que por vez primera encuentra en su plaza cívica, quiere otro cuento, a lo que el cuenta cuentos le dice que la función ha terminado, y que es imposible contarles otro cuento, y esto no es porque el repertorio de cuentos haya sido agotado, sino que en la puerta de la carpa muchos niños esperan su turno para que les cuenten cuentos, las funciones duran de 15 a 20 minutos, en los cuales el niño conoce el libro y disfruta de esa actividad, estamos seguros que llegando a casa exigen que les duerman con una lectura… Misión cumplida».
Irving concluye que «una semana cultural en la capital, es menesteroso cerrar con broche de oro el esfuerzo de querer cambiar la sociedad, la invitación es para que lean y escuchen cuentos, y por supuesto para que se hagan amigos de un libro».
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