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Destiempo
—MASACRES, VIOLENCIA Y MUCHAS BALAS
Los sucesos ocurridos en la entidad en los últimos 15 días, sin contar lo ocurrido en los más de cinco años de gobierno de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, son no solo para no perder el asombro sino que debieran de llamar a todos los habitantes de Guerrero a alzar la voz indignada para empezar a exigir que se destapen los pozos y tumbas en donde se han enterrado a cientos o miles de levantados, por grupos armados vestidos de negro que no se sabe ya si son delincuentes o policías del Operativo Guerrero.Ya son muchos los relatos de personas que vieron como fueron sacados a la fuerza de sus casas, sin mediar órdenes de aprehensión en su contra, giradas por un juez, sus familiares o amigos o simples conocidos, que desaparecen, se desvanecen en la sospecha, con el paso de los días, de que están muertos o despedazados de sus miembros y no se sabe el por qué o qué hicieron para que los desaparezcan para siempre o aparezcan muertos con señas de tortura y ejecución al más puro estilo de la mafia o el narcotráfico.
¿Cuántos crímenes comunes se disfrazaron de este tipo de crimen o modus operandi? ¿Y cuántos más fueron hechos por los criminales o las autoridades? Cuantos tiros de mina, o instalaciones profundas, casas, patios o lugares solitarios tienen escondidos miles de cadáveres, que cuando los pudieran encontrar, será difícil identificarlos, saber quien y por qué los mataron, pues es sabido de la incapacidad y la falta de forenses e instalaciones adecuadas y con capacidad de los servicios médicos forenses para poder resolver los casos.
Si tal vez como hemos visto en algunas series de televisión sobre médicos forenses en algunas ciudades de los Estados Unidos. Pero eso es una fantasía fabricada, aunque bien debería de ser un hecho que solo pueden tener los países ricos e industrializados.
En Guerrero ahora ya no asombra a nadie las masacres, las matazones, los enfrentamientos entre las fuerzas armadas y las policiacas, contra los numerosos grupos de sicarios alojados en casas de seguridad como las halladas en menos de diez días en los municipios de Iguala y Taxco, en la primera detuvieron a 15 y en la segunda mataron a 15, respectivamente y entre las dos distancias encontraron 55 muertos según cifras oficiales que contradicen a los 77 o hasta los más de cien que calcularon los que bajaron a rescatas los despojos humanos desde huesos, momificaciones, putrefactos, desmembrados, descabezados y acumulados en una escena dantesca.
Difícil de que puedan olvidarla los que bajaron y la vieron, olieron y tocaron, con asco, horror y asombro, mientras que las autoridades y el gobierno del estado ni siquiera se inmutaron, como si hubieran sabido algo o como que fingían no saber nada. Lo importante fue minimizarlo para no perder el turismo en los destinos turísticos de la entidad.
Como si eso fuera lo importante.
Si bien es cierto que en e país la guerra avisada por el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, contra el narcotráfico, desde antes que comenzara su mandato, con la advertencia de que cobraría muchas víctimas, los eventos sangrientos y las balaceras, los operativos, enfrentamientos y detenciones, no han podido acabar con quienes se dedican a esa actividad, lo cierto es que en poco más de dos años se han dado detenciones y golpes espectaculares, con decomiso de grandes cantidades de todos tipos de drogas y dinero en efectivo, nos han demostrado que tanto se ha incrustado en la vida de todos los mexicanos y guerrerenses.
Pero eso no ha podido detener la violencia, los enfrentamientos, las balas por todas partes poniendo en peligro a la población y a víctimas colaterales inocentes, que nos deben de avergonzar y clamar por justicia, justicia para todo, en contra de todos y no dejar que se haga costumbre y nos vuelva indiferentes a esos hechos sangrientos y sin medida de todos los involucrados directamente.
Pero que nos afecta a todos, que no hacemos mucho, salvo claro, si acaso comentarlo con nuestros cercanos, pero sin proponer soluciones.
Hay que exigirles Justicia a quienes están a cargo de los tres niveles de gobierno.
Para que los muertos puedan descansar al fin.
Y los vivos vivamos sin sobresaltos, con paz y orden.
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